domingo, 14 de septiembre de 2014

Ofician misa por Los Cinco en El Salvador

La Capilla del Hospital Divina Providencia, en esta capital, donde fue asesinado Monseñor Romero, se llenó de oraciones y ofrendas por la libertad de los antiterroristas cubanos presos en Estados Unidos.

En una misa oficiada por el padre Pío González estuvo Mirta Rodríguez la madre de Antonio Guerrero, uno de los cinco cubanos encarcelados hace 16 años por penetrar grupos de extrema derecha asentados en Miami que planifican acciones criminales para dañar a Cuba y su proceso revolucionario.

Tony, para su mamá y amigos, permanece en prisión al igual que Ramón Labañino y Gerardo Hernández.

Los tres fueron detenidos el 12 de septiembre de 1998, así como René González y Fernando González, estos dos últimos ya están en Cuba, luego de cumplir íntegramente sus sentencias.

La madre de Antonio contó aspectos significativos del caso de Los Cinco y fue enfática al recordar que sus hijos, como les llama, no hicieron ningún daño al pueblo de Estados Unidos ni atentaron contra la seguridad nacional de ese país.

Al contrario, dijo, Los Cinco alertaron ante los planes terroristas fraguados por los grupos criminales que en la década de 1990 incrementaron las acciones subversivas contra Cuba al punto de colocar bombas en instalaciones turísticas y provocar la muerte de un joven italiano, subrayó.
 
Militantes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, miembros de la Coordinadora Salvadoreña de Solidaridad con Cuba, veteranos de guerra del Frente, religiosos y parte de la misión cubana aquí asistieron a la homilía.

Estuvieron también la embajadora de Cuba en El Salvador, Iliana Fonseca, y de Venezuela Nora Uribe, así como el vicepresidente primero del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos Elio Gámez y la funcionaria de esa entidad Yarisleidis Medina.

Luego de la liturgia en la que se oró por la libertad de los antiterroristas, la paz, la solidaridad humana y por la construcción de un modelo de justicia en el mundo, los participantes se fundieron en un abrazo.

Mirta recorrió la pequeña vivienda de Monseñor Romero, un hombre que desde su fe también luchó por la justicia y contra los crímenes contra su pueblo.

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