Dr. Francisco Parada Walsh
Esta es mi historia. No es un artículo. Es vida. ¿Qué interés tengo escribir sobre algo de lo que nadie quiere hablar?: No busco a través de mi historia encontrar culpables, debatir entre lo que es correcto o incorrecto, ver el poderío del bien o del mal, hacer pulso entre la fuerza y la debilidad, no, me basta con que usted amigo lector pueda ayudar a alguna persona a buscar la a-tención oportuna. ¿Qué es la depresión?: La depresión (del latín depressio, que significa ‘opresión’, ‘encogimiento’ o ‘abatimiento’) es el diagnóstico psiquiátrico que describe un trastorno del estado de ánimo, transitorio o permanente, caracterizado por sentimientos de abatimiento, infelicidad y culpabilidad, además de provocar una incapacidad total o parcial para disfrutar de las cosas y de los acontecimientos de la vida cotidiana (anhedonia); ¿Cómo inicia mi cuadro depresivo?: Quisiera acordarme para que este artículo no e-xistiera, no hay fecha exacta, aún recuerdo que mientras recibía un digno ho-norario después del gimnasio no escatimaba en acompañar la cena con una copa de vino, luego esa copa se hizo media botella, hubo ocasiones que ya la media botella de vino no saciaba la sed, había que terminarla, “había que sacarle el diablo para que entrara en mí”, por supuesto que entendí que andaba pa- teando el alcoholismo por lo que suspendí las etílicas cenas; ¿Qué otro detonante afecta mi mente?: Después de pasar una temporada en la playa que era mi mundo y después de pasar quince días bajo el astro Sol pescando, me aparece una pequeña mancha blanquecina en el dedo gordo de la mano derecha, lo asocié al exceso de sol o a alguna mancha por limón, no le puse mayor atención, la mancha fue creciendo por lo que consulté a dos dermatólogos quienes hacen el diagnóstico de vitíligo, nada del otro mundo pero en mi caso fue un duro golpe a esa estúpida vanidad que tanto valoramos; recuerdo que luego en el 2006 renuncio a un trabajo bien remunerado, el motivo principal era la búsqueda de otros puertos, soltar anclas en otros mares y ver el mundial de futbol, acompañando a esa renuncia viene la ausencia de ingresos económicos y lo que en un artículo titulé: ¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? (Marcos 8:36), ya el mundo ganado se empezaba a desmoronar, los ahorros empezaban a escasear, una relación inversamente proporcional entre los meses que pasaban con pocos ingresos y el alto gasto mensual de un hogar, así pasé del 2006 al 2008, ¿Qué pasó en esos dos años?: Empecé a ver las cosas diferentes, lo que creía fácil era para mí realmente difícil, la consorte me invitaba a la iglesia teniendo siempre una excusa para no acompañarla, en mis pensamientos batallaban ese sentimiento de haber tenido todo para una persona normal y el empezar a ver las facturas acumularse, los del jurídico a llamar por teléfono cuando me atrasaba en la cuota de la hipoteca y ¿Cómo hacía? Nunca en mi vida había estado tan maltrecho económicamente, me importaba mucho la opinión de los demás, empecé a ver que los tales amigos se alejaban, no, ya mi amistad era una amenaza, así pasaban los meses, continué haciendo ejercicio diario lo que me ayudaba por momentos a despejar la mente, pero al llegar a la casa sentía una opresión en el pecho, yo lo llamaba: “Tener un elefantito sentado en el pecho”, en eso aplico a una plaza de médico en un organismo internacional, de los cuatrocientos médicos quedamos tres, yo era el menos atarantado, faltaba que la vida me tocara las nalgas otra vez, esa plaza fue regalada a una extranjera que la trajo el norte, sentí un gancho al hígado; ¿Qué otros síntomas van apareciendo?: Una relación lejana con mis seres amados, llámese esposa, hermanas, en mi interior no quería salir de mi mundo, al dormirme deseaba que la noche nunca terminara, al ver la luz del día sentía miedo, prefería envolverme y seguir arropado de pies a cabeza, es un miedo al día, a empezar una jornada, a pesar de tener colmillos picudos no tengo parentesco con vampiro alguno o con el temible conde Drácula pero es como estar en un ataúd y al entrar los primeros rayos de sol gritar de terror no ante la cruz sino ante la luz, es un miedo a la luz del día, no se desea que entre ni un rayo de sol, sólo se desea que caiga un rayo que lo pulverice a uno, ¿Qué hacía mi familia?: No la tenían fácil, no era sencillo tratar conmigo no porque no los escuchaba sino que nada me importaba, cuando digo nada es nada; ¿Cuántas veces cruzó por mi trastocada mente el suicidio?: Infinitas, no le puedo decir que diez, que cien, no, infinitas, creía que era la única solución a mis problemas, la única puerta no de salida sino de entrada al infierno, hablé con curas que en nada lograron curar las heridas, es que así como se quiere vivir se quiere morir y este es el caso del paciente depresivo que en su mente él o ella prepara imaginariamente su muerte, no quiere fallar o no quería fallar, ¿Cuántas veces fui apertrechándome de medicamentos somníferos para cometer suicidio o atentar contra mí vida?: Fueron tantas, tantísimas veces, como médico uno sabe qué tomar y con qué, en mi caso creía que el suicidio sería el fin de una vida desdichada, de una vida sin propósitos, pero durante todo este trecho recorrido hubo una persona que en silencio soportaba todo y no decía nada, mis infinitos agradecimientos a mi amada ex –esposa por su fortaleza y apoyo que a pesar de los pesares creo que sin ese baile invisible donde ella llevaba el paso del bien mientras yo llevaba el paso del mal esto que lee amigo lector no existiera; ¿En qué momento busco ayuda psiquiátrica?: Es mi amada ex – esposa quien después de tanto insistir me convence y acudo a la clínica de una colega quien me hace el diagnóstico: Depresión mayor, inme-diatamente soy medicado con anti-depresivo y como cuando el radiador calienta por falta de agua e inmediatamente al echarle agua el radiador la absorbe así mi mente absorbe el medicamento, al día siguiente de ser medicado mi vida era otra, recuerdo perfectamente cómo ese día corté la grama del jardín, arreglé tantas cosas y sentía aquel hermoso amor por la vida; ¿Cuánto dura esta pasajera recuperación?: Dura quizá dos años, del 2008 al 2010 cuando vuelvo a entrar en un túnel oscuro, in-descriptible; ¿Qué sucede entonces?: Los problemas a mi modo de ver eran peores, sin solución, nada valía la pena, es entonces que mi familia se reúne y hablan con el maestro de maestros, mi médico, mi amigo, mi lector, el DOCTOR FRANCISCO “PACO” PANIAGUA, quien me ingresa en una clínica por dos días, desde ahí el maestro de maestros me demuestra su interés franco en ayudarme no por ser Francisco Parada sino un paciente, cuando nos toca pagar la cuenta no aparecen los ho-norarios médicos del maestro de ma-estros, no, él empezaba a darme clases de ética, de profunda vocación y de deseos de ayudarme, el maestro de maestros fue claro en decirme: “Si salimos de ésta…………”, no anduvo con paños tibios, pero ha tenido el amigable calor y la paciencia de un samurái para conmigo y después de cinco años de estar me-dicado con un antidepresivo, cada vez en menor cantidad mi vida es otra, ¡Huy, ciento ochenta grados!, ¿En qué fundamento mi bienestar?: Bueno, después de temer a la luz del día, de temer a los lugares abarrotados, de haber perdido el sentido a la vida, largas noches de insomnio, de preocuparme por un futuro incierto ahora amo la luz del día, disfruto escribir en la madrugada, en ese silencio del teclado de la computadora y el ronroneo de mi gata, no dispongo de televisión por cable ni de canales nacionales, en tener ni lo necesario para vivir y ser feliz, disponer de cuatro pantalones, cinco guayaberas y cinco camisas, tres pares de zapatos, vivir en un cuarto donde cocino mis alimentos y mi vida por el cual pago la cantidad de cincuenta y cinco dólares mensuales, atiendo pacientes completamente gratis, como desde hojas de mora hasta lo más tipería, chupo desde Swing hasta Troika, con un fogonazo de ese Putinesco licor me convierto en un digno bailarín del ballet Bolshoi , camino largos destinos por bellísimos parajes, me importa nada la opinión de otros, el día es mi noche y mi noche es el día, no dispongo de cinco centavos ahorrados ni de pensión que garantice mi futuro retiro, ¡Si ya estoy retirado!, detengo el tiempo platicando con sabios campesinos, me aflige ver cuánta ropa y zapatos tengo porque el día que vaya de viaje nada de eso llevaré, en un cuarto tengo mi vida y aún creo disponer de muchas cosas, después de treinta y tres años de no bajarme del carro ya no tengo carro, ocupo caballo bayo para largos paseos, estoy tan claro en mi vida que hago que esa claridad ilumine la vida de otros ya sea con pa-labras de aliento pero sobre todo con ayudita, tengo tantísimos amigos sinceros, pobres y ricos, el miedo a la soledad de pareja no me preocupa, me preocupa más dañar a alguien, he entendido perfectamente que a los cincuenta años de edad debo tener una sexualidad responsable, llámele a esto celibato, votos de castidad o para mí sería la pobreza in extremis que obliga a soñar que una bella joven de veinte años me amará por mis arrugas, por mi aliento, por mis flatulencias, por esa virilidad extinta convertida en los epitelios colgantes de Babilonia, no, no me complico ni complico a otras, no es la sexualidad lo que da rumbo a mi vida, ahora, ¿Cómo no voy a contar mi historia si soy un ciudadano común?: Aún con más razón debo de contar mi historia con el único afán que cuando oímos hablar de depresión pensamos: “Nunca, nunca me dará eso, eso es de culeros, yo soy fulano de tal”, ¡Ay amigo lector!, vale la pena poner atención a los signos y síntomas descritos ya que si no es us-ted el enfermo puede ser su hijo, sus padres, sus amantes que ya no rinden como antes, algún amigo y entre más temprano se detecte la depresión será mejor el pronóstico del enfermo. ¿Cómo puedo decir que ya no existe la depresión en mi vida?: Sería un falso profeta del entusiasmo, entraría a la manía de la bipolaridad, no, no, no puedo decir que todo terminó, cada día es una tentación para Dios o para el Diablo. A veces ninguno de los dos me quiere. “Jehová está cerca de los que están quebrantados de corazón; y salva a los que están aplastados en espíritu.” (Salmo 34:18). Vale la pena escuchar los guitarrones de los Rolling Stones con su bellísima e icónica canción que representa a la depresión: SATISFACCION No puedo obtener ninguna satisfacción No puedo obtener ninguna satisfacción Porque intento, y yo intento, y yo intento, y yo intento No puedo obtener ninguna, no puedo obtener ninguna ……….
La Depresión, Mi historia
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