El
sábado que viene Bergoglio aterriza en Cuba, hablará con fidel y luego
llega a Estados Unidos, donde hablará ante el Congreso y la ONU, y será
huésped de Obama. Críticas, entusiasmos y las jugadas políticas sobre
guerra y CONTAMINACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE.
El
próximo sábado el papa Francisco comenzará un viaje a Cuba y Estados
Unidos que, al margen de los motivos religiosos y pastorales, será una
prueba para la estrategia diplomática que Bergoglio viene llevando
adelante desde el Vaticano y que lo ha llevado a involucrarse en temas
candentes de la problemática mundial. El viaje de diez días le permitirá
al máximo líder del catolicismo hablar también ante la Asamblea de
Naciones Unidas, hecho que da cuenta por sí solo de la trascendencia que
su figura alcanzó en el escenario político internacional. Será la
primera vez que un pontífice católico ocupe ese estrado. También habrá
un discurso papal ante el Congreso de Estados Unidos.
El pequeño maletín que el Papa lleva siempre consigo, en el que además de sus libros de oraciones acumula apuntes y anotaciones, y que no confía ni al más cercano de sus colaboradores, irá esta vez cargado de temas de agenda que sobrepasan las cuestiones estrictamente eclesiásticas e institucionales e incursionan en asuntos de trascendencia política, económica, social y cultural para todo el mundo.
En su estancia en Estados Unidos, el Papa se reunirá con el presidente Barack Obama y con el Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki-moon. No está confirmado aun pero se sabe que se está gestionando por canales diplomáticos otro encuentro con el Presidente de Rusia, Vladimir Putin.
¿Los temas? Entre los más urgentes la búsqueda de soluciones humanitarias para la crisis migratoria provocada por el desplazamiento de personas desde los países de Medio Oriente hacia Europa. Cuestión que no será considerada al margen de la situación que viven también los mexicanos y, en general, los latinos en Estados Unidos. Fuentes vaticanas no descartan que esta sea la ocasión para conocer una propuesta de la Iglesia Católica, por boca de Francisco, intentando aportar a la situación de los desplazamientos de personas y refugiados en todo el mundo.
A la luz de la última encíclica papal sobre las cuestiones ambientales, Laudato si, se descuenta que el Papa aprovechará la oportunidad de dialogar con líderes de todo el mundo para retomar problemas como el calentamiento global y la sustentabilidad del planeta, pero vinculando estos asuntos a otros como la necesidad del desarme, el tráfico internacional de armas y la competencia nuclear, relacionando todos estos temas y renovando en todos los casos las críticas al sistema global capitalista que sostiene este estado de cosas. Este podría ser uno de los principales ejes del discurso en la ONU y lo que diga el Papa pretenderá incidir de manera directa en la próxima confe-rencia mundial sobre medio ambiente de París el 30 de noviembre. Otra presenta-ción que se aguarda con interés político es el discurso ante el Congreso, donde se espera que el Papa haga una fuerte apelación en favor de los migrantes hispanos y sobre la responsabilidad que le cabe al país anfitrión en el escenario internacional.
En la agenda diplomática del Pontífice tampoco faltarán otras cuestiones como los conflictos en Ucrania y Siria, y la necesidad de encontrar caminos para la paz entre Israel y Palestina, una cuestión que al Papa le sigue preocupando en extremo y en favor de la cual ha hecho ya varios intentos que hasta el momento no prosperan positivamente.
Respecto de Cuba y Estados Unidos también habrá una agenda particular. Fue notoria la participación del Vaticano en el acercamiento entre los dos países después de cincuenta años de enfrentamientos. El propio Francisco trató de quitarle trascendencia a su intervención. “Sucedió solo, no hubo mediación, fue la buena voluntad de los dos países. El mérito es de ellos, que hicieron esto. Nosotros no hicimos casi nada, sólo pequeñas cosas. En serio, no hay más”, dijo el Papa en diálogo con los periodistas en el avión que lo regresó a Roma después de su reciente gira sudamericana.
Se sabe, no obstante, que las gestiones de la diplomacia vaticana a instancias de Francisco fueron fundamentales para generar el acercamiento y así lo reconocieron –y agradecieron– tanto Obama como el presidente cubano Raúl Castro. Pero más allá del restablecimiento de las relaciones diplomáticas ya concretadas, entre Cuba y Estados Unidos quedan varios temas pendientes que resultan espinosos. El primero de ellos es el levantamiento del embargo norteamericano, cuestión fundamental para la isla y para su futuro económico. Para alcanzar este propósito se necesita de un voto favorable del Congreso, donde los republicanos no se muestran para nada favorables. Otro tema delicado es el re-lativo a la base militar en Guantánamo, que opera como una cárcel en territorio cubano y en la que Estados Unidos retiene a presuntos terroristas con el argumento de su peligrosidad. Obama prometió, desde el comienzo de su primer mandato, avanzar en las negociaciones sobre esta cuestión pero a cambio –y como clara concesión a los conservadores– quiere entablar un diálogo sobre la vigencia de los derechos humanos en la isla. Antes de la llegada del Papa, el gobierno cubano decidió indultar a 3522 presos por distintos motivos.
Después de atravesar etapas de mucho enfrentamiento las relaciones entre Iglesia y gobierno en Cuba son hoy cordiales y caminan por andariveles ins-titucionales. El cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, es el principal interlocutor del gobierno.
La etapa cubana de la gira papal será también la oportunidad para un nuevo encuentro entre Francisco y la presidenta argentina Cristina Fernández.
Frei Betto, un fraile dominico brasileño vinculado a la Teología de la Liberación y muy cercano a la Revolución Cubana, declaró al portal “Religión digital” que “este viaje equivale, en su visita a Cuba, al encuentro de Jesús con la multitud para compartir y repartir panes y peces; y en su etapa por los EE.UU., a la entrada de Jesús en el templo para dar azotes a los comerciantes de la fe”. En estas palabras el sacerdote católico sintetizó lo que muchos sostienen: Francisco será recibido con entusiasmo en Cuba, a pesar de que apenas el cinco por ciento de los casi doce millones de cubanos se declara católico, y en Estados Unidos, al margen de la recepción oficial y del fervor popular que pondrán fundamentalmente los hispanos, será objeto de duras críticas por parte de los sectores conservadores y de partidarios del Partido Republicano.
“Señor, ilumínalo o elimínalo” es el lema que los conservadores de Estados Unidos enarbolan contrariados frente a la próxima visita de Francisco. En estos grupos cayó muy mal que frente a la invitación de Obama el Papa decidiera antes visitar Cuba y no pasar por Miami, base de los cubanos anticastristas. Greg Gutfeld, comentarista de la cadena Fox News, calificó a Francisco como “el hombre más peligroso del planeta” por sus críticas al sistema capitalista. “Es uno de la Teología de la Liberación. Critica el capitalismo salvaje y rehabi-litó a Gustavo Gutiérrez, el padre de esa teología”, dijo el profesor Mark Silk, del Trinity College (Connecticut).
El pequeño maletín que el Papa lleva siempre consigo, en el que además de sus libros de oraciones acumula apuntes y anotaciones, y que no confía ni al más cercano de sus colaboradores, irá esta vez cargado de temas de agenda que sobrepasan las cuestiones estrictamente eclesiásticas e institucionales e incursionan en asuntos de trascendencia política, económica, social y cultural para todo el mundo.
En su estancia en Estados Unidos, el Papa se reunirá con el presidente Barack Obama y con el Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki-moon. No está confirmado aun pero se sabe que se está gestionando por canales diplomáticos otro encuentro con el Presidente de Rusia, Vladimir Putin.
¿Los temas? Entre los más urgentes la búsqueda de soluciones humanitarias para la crisis migratoria provocada por el desplazamiento de personas desde los países de Medio Oriente hacia Europa. Cuestión que no será considerada al margen de la situación que viven también los mexicanos y, en general, los latinos en Estados Unidos. Fuentes vaticanas no descartan que esta sea la ocasión para conocer una propuesta de la Iglesia Católica, por boca de Francisco, intentando aportar a la situación de los desplazamientos de personas y refugiados en todo el mundo.
A la luz de la última encíclica papal sobre las cuestiones ambientales, Laudato si, se descuenta que el Papa aprovechará la oportunidad de dialogar con líderes de todo el mundo para retomar problemas como el calentamiento global y la sustentabilidad del planeta, pero vinculando estos asuntos a otros como la necesidad del desarme, el tráfico internacional de armas y la competencia nuclear, relacionando todos estos temas y renovando en todos los casos las críticas al sistema global capitalista que sostiene este estado de cosas. Este podría ser uno de los principales ejes del discurso en la ONU y lo que diga el Papa pretenderá incidir de manera directa en la próxima confe-rencia mundial sobre medio ambiente de París el 30 de noviembre. Otra presenta-ción que se aguarda con interés político es el discurso ante el Congreso, donde se espera que el Papa haga una fuerte apelación en favor de los migrantes hispanos y sobre la responsabilidad que le cabe al país anfitrión en el escenario internacional.
En la agenda diplomática del Pontífice tampoco faltarán otras cuestiones como los conflictos en Ucrania y Siria, y la necesidad de encontrar caminos para la paz entre Israel y Palestina, una cuestión que al Papa le sigue preocupando en extremo y en favor de la cual ha hecho ya varios intentos que hasta el momento no prosperan positivamente.
Respecto de Cuba y Estados Unidos también habrá una agenda particular. Fue notoria la participación del Vaticano en el acercamiento entre los dos países después de cincuenta años de enfrentamientos. El propio Francisco trató de quitarle trascendencia a su intervención. “Sucedió solo, no hubo mediación, fue la buena voluntad de los dos países. El mérito es de ellos, que hicieron esto. Nosotros no hicimos casi nada, sólo pequeñas cosas. En serio, no hay más”, dijo el Papa en diálogo con los periodistas en el avión que lo regresó a Roma después de su reciente gira sudamericana.
Se sabe, no obstante, que las gestiones de la diplomacia vaticana a instancias de Francisco fueron fundamentales para generar el acercamiento y así lo reconocieron –y agradecieron– tanto Obama como el presidente cubano Raúl Castro. Pero más allá del restablecimiento de las relaciones diplomáticas ya concretadas, entre Cuba y Estados Unidos quedan varios temas pendientes que resultan espinosos. El primero de ellos es el levantamiento del embargo norteamericano, cuestión fundamental para la isla y para su futuro económico. Para alcanzar este propósito se necesita de un voto favorable del Congreso, donde los republicanos no se muestran para nada favorables. Otro tema delicado es el re-lativo a la base militar en Guantánamo, que opera como una cárcel en territorio cubano y en la que Estados Unidos retiene a presuntos terroristas con el argumento de su peligrosidad. Obama prometió, desde el comienzo de su primer mandato, avanzar en las negociaciones sobre esta cuestión pero a cambio –y como clara concesión a los conservadores– quiere entablar un diálogo sobre la vigencia de los derechos humanos en la isla. Antes de la llegada del Papa, el gobierno cubano decidió indultar a 3522 presos por distintos motivos.
Después de atravesar etapas de mucho enfrentamiento las relaciones entre Iglesia y gobierno en Cuba son hoy cordiales y caminan por andariveles ins-titucionales. El cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, es el principal interlocutor del gobierno.
La etapa cubana de la gira papal será también la oportunidad para un nuevo encuentro entre Francisco y la presidenta argentina Cristina Fernández.
Frei Betto, un fraile dominico brasileño vinculado a la Teología de la Liberación y muy cercano a la Revolución Cubana, declaró al portal “Religión digital” que “este viaje equivale, en su visita a Cuba, al encuentro de Jesús con la multitud para compartir y repartir panes y peces; y en su etapa por los EE.UU., a la entrada de Jesús en el templo para dar azotes a los comerciantes de la fe”. En estas palabras el sacerdote católico sintetizó lo que muchos sostienen: Francisco será recibido con entusiasmo en Cuba, a pesar de que apenas el cinco por ciento de los casi doce millones de cubanos se declara católico, y en Estados Unidos, al margen de la recepción oficial y del fervor popular que pondrán fundamentalmente los hispanos, será objeto de duras críticas por parte de los sectores conservadores y de partidarios del Partido Republicano.
“Señor, ilumínalo o elimínalo” es el lema que los conservadores de Estados Unidos enarbolan contrariados frente a la próxima visita de Francisco. En estos grupos cayó muy mal que frente a la invitación de Obama el Papa decidiera antes visitar Cuba y no pasar por Miami, base de los cubanos anticastristas. Greg Gutfeld, comentarista de la cadena Fox News, calificó a Francisco como “el hombre más peligroso del planeta” por sus críticas al sistema capitalista. “Es uno de la Teología de la Liberación. Critica el capitalismo salvaje y rehabi-litó a Gustavo Gutiérrez, el padre de esa teología”, dijo el profesor Mark Silk, del Trinity College (Connecticut).
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