Justo
a la hora del impacto hace 14 años del primer avión contra las
neoyorquinas Torres Gemelas, el presidente Barack Obama y su esposa,
Michelle, guardaron hoy silencio por las víctimas del peor ataque
terrorista de la Historia estadounidense.
A las
08:46 hora local, la pareja presidencial estuvo en silencio durante un
minuto en el primer acto de homenaje de esta jornada marcada por la
bandera a media asta en memoria de los fallecidos en los atentados del
11 de septiembre de 2001 (11-S).
Dos centenares de trabajadores de la Casa Blanca y algunos de los más cercanos colaboradores del Presidente -entre ellos, el jefe de gabinete, Denis McDonough; el portavoz Josh Earnest, y las asesoras Susan Rice y Valerie Jarrett- flanquearon a los Obama.
A través de Twitter, el gobernante aseguró que "estamos más fuertes que nunca".
El mandatario tiene prevista una visita este viernes a la base de Fort Meade (Maryland), donde reconocerá la labor tras el 11-S de tropas y agencias federales norteamericanas, incluida la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), involucrada en el escándalo de espionaje a las comunicaciones globales destapado en 2013 por el excontratista Edward Snowden.
En la mañana de ese día, un vuelo de American Airlines se estrelló contra la Torre Norte del World Trade Center en Nueva York.
Pocos minutos después del choque del primer avión, otra aeronave repitió el golpe contra la siguiente torre del icónico World Trade Center; en tanto, el público estadounidense asistía al desastre a través de las pantallas de televisión.
Más tarde, a las 9:37 hora local, un tercer avión se fue contra el departamento de Defensa y pasados algunos minutos una cuarta nave se estrelló en un campo abierto de Pensilvania.
En la mañana de este viernes, el secretario de Defensa, Ashton Carter, protagonizó otro acto conmemorativo en el Pentágono.
Como consecuencia del ataque terrorista del 11-S, perdieron la vida en Estados Unidos dos mil 973 personas, lo que desencadenó -bajo la administración de George W. Bush- una cuestionable "cruzada mundial contra el terrorismo" cuyas consecuencias, incluidos los efectos de sendas guerras en Afganistán e Iraq, llegan hasta estos días.
Tras la escalada global liderada por Washington y a los actuales bombardeos en territorios de Siria e Iraq, el flagelo del terrorismo -y el miendo en Occidente- no ha hecho otra cosa que ganar auge, alimentado por las acciones e influencia de organizaciones al estilo de Al Qaeda, Estado Islámico y Frente al-Nusra.
Dos centenares de trabajadores de la Casa Blanca y algunos de los más cercanos colaboradores del Presidente -entre ellos, el jefe de gabinete, Denis McDonough; el portavoz Josh Earnest, y las asesoras Susan Rice y Valerie Jarrett- flanquearon a los Obama.
A través de Twitter, el gobernante aseguró que "estamos más fuertes que nunca".
El mandatario tiene prevista una visita este viernes a la base de Fort Meade (Maryland), donde reconocerá la labor tras el 11-S de tropas y agencias federales norteamericanas, incluida la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), involucrada en el escándalo de espionaje a las comunicaciones globales destapado en 2013 por el excontratista Edward Snowden.
En la mañana de ese día, un vuelo de American Airlines se estrelló contra la Torre Norte del World Trade Center en Nueva York.
Pocos minutos después del choque del primer avión, otra aeronave repitió el golpe contra la siguiente torre del icónico World Trade Center; en tanto, el público estadounidense asistía al desastre a través de las pantallas de televisión.
Más tarde, a las 9:37 hora local, un tercer avión se fue contra el departamento de Defensa y pasados algunos minutos una cuarta nave se estrelló en un campo abierto de Pensilvania.
En la mañana de este viernes, el secretario de Defensa, Ashton Carter, protagonizó otro acto conmemorativo en el Pentágono.
Como consecuencia del ataque terrorista del 11-S, perdieron la vida en Estados Unidos dos mil 973 personas, lo que desencadenó -bajo la administración de George W. Bush- una cuestionable "cruzada mundial contra el terrorismo" cuyas consecuencias, incluidos los efectos de sendas guerras en Afganistán e Iraq, llegan hasta estos días.
Tras la escalada global liderada por Washington y a los actuales bombardeos en territorios de Siria e Iraq, el flagelo del terrorismo -y el miendo en Occidente- no ha hecho otra cosa que ganar auge, alimentado por las acciones e influencia de organizaciones al estilo de Al Qaeda, Estado Islámico y Frente al-Nusra.
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