Asesinado hace 35 años por defender los derechos humanos y promover la dignidad humana, el sacerdote salvadoreño Oscar Arnulfo Romero constituye hoy un importante símbolo del valor de la verdad a escala internacional.
El ejemplo de Romero motivó en 2010 a Naciones Unidas a declarar el 24 de marzo, aniversario de su asesinato, como Día Internacional del derecho a la verdad sobre las violaciones graves de los derechos humanos y de la dignidad de las víctimas.
Cada año, esa fecha es ocasión para preservar la memoria de las víctimas de las violaciones de esas prerrogativas en todo el mundo y para rendir tributo a quienes luchan por su promoción y protección para todos.
Esa conmemoración anual fue instaurada en diciembre de 2010 por la Asamblea General, la cual definió al religioso salvadoreño como un humanista consagrado a la defensa de los derechos humanos, la protección de vidas humanas y la promoción de su dignidad.
La importancia del ejemplo de Monseñor Romero también condujo a la ONU a crear hace tres años el puesto de relator especial de la organización mundial para la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición.
Según la Convención Internacional para la protección de las personas contra las desapariciones forzadas (2006), cada víctima tiene derecho a conocer la verdad sobre las circunstancias de ese hecho, la evolución y resultados de la investigación y la suerte del desaparecido.
Hace tres días, el presidente salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén, afirmó que la lucha de monseñor Romero y su martirio, "es una lucha permanente por el cambio y por la vida y por los más necesitados".
El prelado fue abatido mientras oficiaba una misa en San Salvador y denunciaba las violaciones de los derechos de las capas más vulnerables de la población, al tiempo que promovía la defensa de la dignidad humana y la oposición a la violencia.
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