jueves, 28 de mayo de 2015

El Papa a los obispos de Italia: no sean tímidos al denunciar la corrupción

El Papa a los obispos de Italia: no sean tímidos al denunciar la corrupción 

Francisco inauguró los trabajos de la Asamblea general de la CEI: no a los «obispos-piloto», dejen que los laicos asuman sus responsabilidades. Defiendan al pueblo de las «colonizaciones ideológicas», no hagan documentos abstractos, se necesita mayor colegialidad y escuchar más a las comunidades sin homologaciones.


Francisco inauguró los trabajos de la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana, dedicada a la “Evangelii gaudium”, y pidió a los obispos que no sean tímidos al denunciar la co-rrupción, que deja a los jóvenes sin trabajo. Los invitó a dejar un espacio mayor a los laicos y a que asuman su responsabilidad social y política, sin querer ser «obispos-piloto». Indicó que espera menos documentos abstractos, mayor colegialidad y que escuchen más a la comunidad, evitando que los congresos promuevan a las voces de siempre y que narcoticen a la comunidad con homologaciones. Sugirió, además, fusiones de monasterios y órdenes religiosas.

Fue un discurso breve y denso el que Papa Bergoglio dedicó al episcopado italiano, antes de entablar un diálogo a puerta cerrada con los obispos. Francisco afirmó, antes que nada, que en este momento histórico «en el que a menudo nos ciegan noticias desconsoladoras, situaciones locales e internacionales que nos hacen experimentar aflicción y tribulación (en este cuadro poco tranquilizador realísticamente) nuestra vocación cristiana y episcopal es la de ir contra la corriente: es decir ser testimonios alegres del Cristo Resucitado para transmitir alegría y esperanza a los demás».

Les pidió «consolar, ayudar y animar sin ninguna distinción a todos nuestros hermanos oprimidos bajo el peso de sus cruces». Es «muy feo», continuó el Papa, «encontrar a un consagrado abatido, desmotivado o apagado: él es como un pozo seco en el que la gente no encuentra agua para saciar su sed».

Francisco insistió en la importancia de «apropiarse de los mismos sentimientos de Cristo, de humildad, de compasión, de misericordia, de concreción y de sabiduría». Invitó a los obispos a «no ser tímidos o irrelevantes en la denuncia y en la derrota de una mentalidad difundida de corrupción pública y privada, que ha logrado empobrecer, sin ninguna vergüenza, a familias, jubilados, trabajadores honestos, comunidades cristianas, descartando a los jóvenes, privándolos sistemáticamente de cualquier esperanza de futuro, y, sobre todo, marginando a los débiles y necesitados». La misma sensibilidad, añadió, «nos hace salir hacia el pueblo de Dios para defenderlo de las coloniazaciones ideológicas que le quitan la identidad y la dignidad humana». Una referencia indirecta a la teoría de género, que Bergoglio definió en términos de «colonización» durante el viaje a Filipinas de enero de 2015.

El Papa también explicó que en las decisiones pastorales y en la elaboración de los documentos «no debe preva-lecer el aspecto teorético-doctrinal, como si nuestras indicaciones no fueran dirigidas a nuestro pueblo o a nuestro país, sino solo a algunos estudiosos y especialistas», y pidió que los traduzcan siempre «en propuestas concretas y comprensibles».

Francisco pidió que refuercen el «indispensable papel» de los laicos, para que asuman «las responsabilidades que les tocan». Los laicos «que tienen una formación cristiana auténtica –explicó el Papa–, no deberían necesitar “obispos-piloto”, o “monseñores-piloto” ni un “input” clerical para asumir las propias responsabilidades a cualquier nivel, ¡desde el político hasta el social, desde el económico hasta el legislativo! ¡Por el contrario, necesitan al obispo pastor!». Se trata de una invitación a no pedir bendiciones, apoyos o aprobaciones a la autoridad eclesial para cada paso que se da en un ambiente social y político.

Bergoglio también indicó que desea una mayor colegialidad entre el obispo y sus sacerdotes, entre los mismos obispos, «entre las diócesis ricas» de bienes materiales o de vocaciones «y las que están en dificultades; entre las periferias y el centro; entre las conferencias episcopales y los obispos con el sucesor de Pedro». Se nota «en algunas partes del mundo –añadió– una debilitación difundida de la colegialidad, tanto en la determinación de los planes pastorales como al compartir los compromisos programáticos económico-financieros». Francisco puso un ejemplo indicando la falta de verificaciones sobre la «recepción de programas y la realización de los proyectos»: «Si se organiza un congreso o un evento que, poniendo en evidencia las voces de siempre, narcotiza a las comunidades, homologando decisiones, opiniones y personas. En lugar de dejarse transportar hacia esos horizontes en los que el Espíritu Santo nos pide que vayamos».

Para concluir, el Papa ofreció un último ejemplo de «sensibilidad eclesial debilitada debido a la constante confrontación con los enormes problemas mundiales y a la crisis que afecta incluso la misma identidad cristiana», preguntándose «¿por qué se dejan envejecer tanto los institutos religiosos, los monasterios, las congregaciones, tanto que casi dejan de ser testimonio evangélico fiel al carisma fundador?». Y se preguntó por qué no se fusionan «antes de que sea tarde bajo tantos puntos de vista».

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