El
cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de
los Santos de la Santa Sede, llegará hoy a El Salvador para presidir la
ceremonia de beatificación de Oscar Arnulfo Romero.
El
sábado, en la plaza Salvador del Mundo, tendrá lugar la ceremonia de
beatificación de monseñor Romero, a la que se espera asista medio millón
de personas.
El papa Francisco autorizó el 3 de febrero último la promulgación del decreto de la Congregación para las Causas de los Santos, que certifica el martirio de Oscar Arnulfo Romero.
La Congregación en este proceso reconoció que monseñor Romero fue asesinado en medio de su ejercicio pastoral "por odio a la fe".
"Lo que impulsó a sus agresores no fue la simple intención de eliminar a un enemigo político, sino el odio contra el amor por la justicia y contra la predilección por los pobres que Romero manifestaba como eco directo de su fe en Cristo y de su fidelidad al magisterio de la Iglesia", señala.
Monseñor Romero denunció incansablemente en sus homilías la represión militar y manifestó públicamente su solidaridad con las víctimas de la violencia.
Cada domingo denunciaba la creciente violencia ejercida por el ejército y la Guardia nacional contra los más pobres del país, sobre todo en las zonas rurales donde las masacres se incrementaron a fines de la década de 1970 y principio de 1980. Las denuncias le costaron la vida.
El 24 de marzo de 1980 un francotirador le disparó en medio de una misa que oficiaba en la capilla del hospital La Divina Providencia, en esta capital.
La Comisión de la Verdad para El Salvador de las Naciones Unidas (1992-1993) señaló al exmayor Roberto d'Aubuisson como responsable del asesinato de Romero.
Las conclusiones de ese caso en el informe de la Comisión que investigó los crímenes cometidos durante el conflicto armado (1980-1992) aseguran que existe evidencia de que el exmayor dio la orden de asesinar al arzobispo e instrucciones a su entorno de seguridad de organizar y supervisar el asesinato.
Roberto d'Aubuisson fundó en 1981 el partido de derecha Alianza Republicana Nacionalista y de los llamados escuadrones de la muerte.
Estos eran estructuras clandestinas que, según estudios, comenzaron como apéndices de los servicios de inteligencia de los cuerpos de seguridad y la Fuerza Armada.
El papa Francisco autorizó el 3 de febrero último la promulgación del decreto de la Congregación para las Causas de los Santos, que certifica el martirio de Oscar Arnulfo Romero.
La Congregación en este proceso reconoció que monseñor Romero fue asesinado en medio de su ejercicio pastoral "por odio a la fe".
"Lo que impulsó a sus agresores no fue la simple intención de eliminar a un enemigo político, sino el odio contra el amor por la justicia y contra la predilección por los pobres que Romero manifestaba como eco directo de su fe en Cristo y de su fidelidad al magisterio de la Iglesia", señala.
Monseñor Romero denunció incansablemente en sus homilías la represión militar y manifestó públicamente su solidaridad con las víctimas de la violencia.
Cada domingo denunciaba la creciente violencia ejercida por el ejército y la Guardia nacional contra los más pobres del país, sobre todo en las zonas rurales donde las masacres se incrementaron a fines de la década de 1970 y principio de 1980. Las denuncias le costaron la vida.
El 24 de marzo de 1980 un francotirador le disparó en medio de una misa que oficiaba en la capilla del hospital La Divina Providencia, en esta capital.
La Comisión de la Verdad para El Salvador de las Naciones Unidas (1992-1993) señaló al exmayor Roberto d'Aubuisson como responsable del asesinato de Romero.
Las conclusiones de ese caso en el informe de la Comisión que investigó los crímenes cometidos durante el conflicto armado (1980-1992) aseguran que existe evidencia de que el exmayor dio la orden de asesinar al arzobispo e instrucciones a su entorno de seguridad de organizar y supervisar el asesinato.
Roberto d'Aubuisson fundó en 1981 el partido de derecha Alianza Republicana Nacionalista y de los llamados escuadrones de la muerte.
Estos eran estructuras clandestinas que, según estudios, comenzaron como apéndices de los servicios de inteligencia de los cuerpos de seguridad y la Fuerza Armada.
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