Viaje a la inmortalidad
“Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un
clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género
humano: los Estados Unidos de Norteamérica.
En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre
que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo, y
otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se
apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y
nuevos gritos de guerra y victoria.”
La desaparición física del Che ha tenido una resonancia mundial que con
el decursar de los años comprende a millones de personas en los cinco
continentes. Estudiantes y trabajadores portan su retrato en las
manifestaciones callejeras en cualquier sitio del planeta. Su prédica
los inspira para emprender nuevas luchas sociales y políticas.
La perdurable influencia del pensamiento y el ejemplo del Che, incluso
hasta su acrecentamiento en las nuevas generaciones, es sin duda uno de
los grandes fenómenos políticos del último tercio del siglo XX.
Esta impresión de hombre imperecedero la comparten quienes lo
conocieron, sus compañeros y más entrañables amigos. En cierta ocasión,
el periodista italiano Gianni Miná le preguntó a Fidel Castro qué imagen
viene a su mente cuando piensa en el Che y ésta fue la respuesta:
“A mí incluso me costaba trabajo
aceptar la idea de la muerte del Che. Muchas veces he soñado, a veces le
he contado a la gente las cosas que uno sueña, y he soñado que estoy
hablando con él, que está vivo; una cosa muy especial, una persona de la
que a uno le cuesta mucho trabajo resignarse a la idea de su muerte. ¿Y
a qué obedece eso? A mi juicio, es que tiene una presencia siempre
permanente en todo.”
“Al Che, a su figura, a ese símbolo, lo creó él mismo, en su breve pero
intensa vida, en su breve pero creadora vida. No pretendió eso, no buscó
eso. Pero como resultado de su vida, de su desinterés, de su nobleza,
de su altruismo y de su heroísmo, se convirtió en lo que es hoy; se
convirtió en una bandera, se convirtió en un modelo, se convirtió en un
batallador, se convirtió en un guía, se convirtió en un monumento de la
nobleza y del espíritu de justicia, y que se puede resumir en dos
palabras: en el modelo de revolucionario, en el modelo de combatiente y
de comunista para los pueblos del mundo”.
En la escuela de La Higuera, el Che es asesinado a la una y treinta de la tarde.
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