jueves, 22 de octubre de 2015

LA MAQUILA COMO EXPLOTACIÓN

LA MAQUILA COMO EXPLOTACIÓN
DATOS DE EL SALVADOR

De acuerdo a los datos de la Cámara de la Industria Textil y Confección (CAMTEX), las maquilas en El Salvador producen cerca de 240,000 empleos, 80,000 directos y alrededor de 160,000 indirectos.

Según la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA) las maquilas son una fuente principal de empleo en el país, en su mayoría son mujeres las que laboran.

Para la Concertación por un Empleo Digno por las Mujeres (CEDM) el empleo de las maquilas es uno de los más precarios obteniendo por día laboral $6.25 y $187.50 mensual. Entre un 80-83% la fuerza de trabajo es de mujeres,  las empleadas son jóvenes entre 16 a 25 años, en un 53%. El 30% está en edades de 18 a 22 años y un 67% entre 18 a 35. El 67% de trabajadoras son madres, pero el 27% son madres solteras. El nivel educativo promedio es de 8.2 grados.

MUJER TRABAJO Y MAQUILA

El libro de María Flores titulado: “NO ME GUSTABA, PERO ES TRABAJO”, plantea que la realidad que muestra Federico Engels en su clásico trabajo La condición de la clase obrera, no son diferentes a los experimentos  por aquellos que  fueron lo suficientemente desafortunados  como para haber  sido alcanzados  por la Revolución Industrial en Inglaterra.

A pesar de lo caducas y particulares  que nos puedan parecer actualmente  las observaciones de Engels, su crítica aguda a los efectos experimentados  por los y las obreros/as forzados a trabajar en las “fabricas satánicas oscuras” de esa época, es tan apropiada ahora como lo fue hace un siglo y medio.

Hoy, el capital se acumula por “desposesión”  -como David Harvey señala-, imposibilitando algún reclamo a lo que fue llamado the commons en tiempos de Engels: la propiedad a que todo el pueblo tenía derecho de usufructo. En escenarios no tan lejanos de aquellos tratados por Engels a mediados del siglo XIX en Manchester, las familias campesinas ya no pueden ser autosuficientes a través de la agricultura, o bien apoyadas por la producción artesanal o el trabajo asalariado, han enfrentado las recurrentes crisis a través de una gran variedad de estrategias.

Con los esposos y los hermanos lejos, los padres viviendo en la pobreza y las familias en la necesidades de un ingreso diario, las mujeres han respondido incorporándose al trabajo remunerado en un número cada vez mayor.  Pocas oportunidades les aguardan.

Las condiciones laborales bajo el régimen de acumulación flexible son todo menos eso, flexibles, fragmentado la fuerza de trabajo y dejando a los trabajadores como único asidero sus propios recursos para navegar en las aguas turbulentas del capitalismo de la época neoliberal. Aquellos que han tenido “suerte” en conservar su empleo en las maquiladoras  -a pesar de la crisis actual en el sector- son objeto de mayor explotación, y si planean sindicalizarse, son obligados a desistir bajo la amenaza de que la planta cerrará por la noche, como muchas otras lo han hecho, ya que los dueños de las maquiladoras, en su búsqueda de mano de  obra más barata  y dócil, rehúsan cualquier compromiso con el trabajador.

Este libro explora estos procesos en detalle, las condiciones y términos del empleo, a las maneras en que esta forma particular forma de trabajo de las mujeres y sus concomitantes relaciones diarias de producción, someten  sus cuerpos y mentes a la máquina, y se expresan en las interrelaciones personales dentro y fuera de la fábrica. Esta superexplotación  obliga a las mujeres a lidiar con la de dominación imperdonable reloj checador y el agotamiento de las 10 horas de trabajo diario. Ellas están expuestas al ruido ensordecedor y a las complejamente incompresibles relaciones con sus empleadores y entre ellas mismas.

La superexplotación es la intensificación y la extensión de la jornada de trabajo con en el mismo o mejor salario. Es así que las relaciones de por dentro y fuera del lugar de trabajo permiten comprender cómo y por qué  se limita un cambio radical, y cómo es que las mujeres, en tanto integrantes de la clase trabajadora, actúan políticamente para obtenerlo.  En esta relación hegemónica están involucrados la clase trabajadora, el capital transnacional (representado por los patrones de la maquila) y el Estado, el cual mediatiza y legitima relaciones de superexplotación.

¿Qué es la maquila?

La maquila surgió ante la creciente concentración y centralización  del capital que hasta la fecha lleva a una competencia  entre los capitales por extraer una ganancia extraordinaria a la que obtienen en conjunto para determinar una tasa de ganancia media.
Sin embargo, la búsqueda por obtener una ganancia extraordinaria equivale a traspasar las fronteras nacionales y llamarse capital transnacional, el cual se cerciora de penetrar en regiones específicas que le proporcione mínimos costos en la adquisición  de capital variable  y constante. Por tanto, se asocia con pequeños capitalistas y el gobierno, que le proporcionarán facilidades para instalarse en regiones como América Latina, que permiten y refuerzan la dependencia hacia el capital global.

La maquila –como sistema de subcontratación- enfatiza en la división internacional de trabajo y refuerza de esta manera la dependencia de América Latina respecto al capital como poseedora de mano de obra e infraestructura  baratas, así como región que geográficamente  le permite acortar la odiosa fase de circulación que tiene que ejecutar  para poder realizar la plusvalía. De esta manera la dependencia de América Latina permite acelerar la rotación del capital y por ende la noción de trabajo.

Es así que el sistema maquilador simplemente respondió y responde a una etapa de acumulación específica de capital imperante en el actual sistema de acumulación del capital.

En este sentido, la maquila no surgió como una necesidad de dar un empleo digno a los y las trabajadoras que comienzan a ser desechables. Esta posibilidad de desechar trabajadores se convierte en valor para el sistema maquilador, cuya existencia depende de la superexplotacion de la fuerza de trabajo.

Fuente: “No me gustaba, pero es trabajo”. Mujer, trabajo y desechabilidad en la maquila. María de Lourdes Flores Morales, Plaza y Valdes Editores.

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