Álvaro García, vicepresidente de Bolivia: “El futuro socialista va a ser ecológico,o no va a ser futuro”
Su discurso fue emotivo, lleno de precisiones sobre el momento político y
cultural que vive América Latina. La charla magistral del
vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, planteó un debate sobre
el rol de la izquierda entre los asistentes al II Encuentro
Latinoamericano Progresista (ELAP 2015) en el auditorio lleno de la Casa
de la Cultura de Quito.
Recordó que los países “tradicionalmente democráticos del mundo”, como los del norte, no son ningún modelo a imitar.
“En esos espacios ni la mitad de su población elige a los gobernantes, y
de esa mitad ni el 2% participa en la toma de decisiones; y de ellos ni
el 1% ejecuta las decisiones”.
Reiteró que América Latina espera una democracia plebeya, de la calle,
de la acción colectiva de su pueblo. “Estamos hablando de la democracia
concebida como un permanente crecimiento de la participación de la gente
en la vida pública, en los asuntos comunes, familiares, educativos,
médicos, económicos. La democracia no solo es un método sino el
escenario del propio proceso revolucionario”.
Insistió en que la democracia, tal como se la debe entender en América
Latina no es algo momentáneo. “En los últimos 15 años se ha mostrado a
partir de lo que ha sucedido en Venezuela, Ecuador, Bolivia, (..) que la
democracia no es una etapa temporal, sino un puente que nos conduce
necesariamente hacia una nueva sociedad. Pero no es una concepción de la
democracia como modo de selección de gobernantes, ni como principio
ético, sino que la debe llevar al Ejecutivo, al parlamento, a la propia
vida cotidiana.
Lo que hemos aprendido es que cualquier método de lucha solo ha de ser
revolucionario si tiene la participación de la gente por la vía armada o
pacífica. Sin eso cualquier acción parlamentaria o armada es reformista
u oportunista”.
El vicepresidente boliviano reiteró la necesidad de que intelectuales,
médicos, estudiantes y demás se involucren en el poder para evitar que
la oligarquía vuelva a gobernar.
“Cuando uno se aleja del poder para no mancharse y se recluye en la
comuna, al margen del poder, lo que está haciendo es dejar que el poder
independientemente de lo que diga o haga siga existiendo; y al existir
bajo la vieja manera del monopolio centralizado por unas oligarquías que
rotan en la gestión de la administración pública, permitimos que esos
pocos sigan administrando en contra de las mayorías; permitimos con
nuestro silencio (…) que el poder del Estado se mantenga en manos de
pequeñas oligarquías, que pocos privaticen los recursos de muchos. Se
deja que el Estado y su monopolio siga desorganizado”.
El segundo mandatario señaló que hasta antes de 2008 el mundo en general
se veía perfecto con discursos privatizadores que aseguraban que
traerían los recursos económicos para garantizar la riqueza y el
bienestar del pueblo y que eso era el fin de la historia.
“Todos eran neoliberales, se decía que la privatización de los recursos
iba a traer bienestar y riqueza para el pueblo, el mundo era globalizado
con la presencia de la inversión extranjera como la salvadora del
mundo, esto ordenaba la vida de las personas, su parámetro lógico y su
tolerancia a los gobernantes”.
Tras algunas reflexiones el mundo en general descubrió que ese modelo no
era la solución, y que había algo más. “Hubo un momento en que eso ya
no era tolerable, ni creíble, ni verificable. Algo no encajaba en este
horizonte del fin de la historia al que todos debíamos sumirnos tarde o
temprano para alcanzar la felicidad. Ese fin ya no era tal, y el paraíso
había sido sustituido por un infierno cotidiano para conseguir el
trabajo y la comida diaria”.
Para llegar a ese punto, acotó García, hubo una siembra espiritual,
mental y cultural en las sociedades latinoamericanas. En unos casos
promovida por una acción militar, en otros por acción colectiva, otras
por movilización.
“Sobre ese escenario abierto por un quiebre cultural emerge cada uno de
los procesos progresistas de América Latina. Ninguno de los actuales
líderes de Argentina, Bolivia o Ecuador son personas que caen como rayos
en cielos despejados. (..) No se pudo dar la toma del poder sin la
transformación de los parámetros culturales, sin una verdadera guerra de
posiciones”.
Alabó que los intelectuales sean parte del Estado porque se requieren
ideas fuertes con capacidad de generar movilización y acción colectiva
dentro del gobierno, sin embargo recalcó que esos puestos abandonados en
sindicatos, organizaciones sociales, entre otros, no deben descuidarse
porque ahí está la oposición atenta para ocuparlos y ganar esa batalla
de ideas.
“Ahí es donde se está atrincherando la derecha. Necesitamos volver a
esos espacios porque tan importante como un eficiente ministro de
gestión pública o de obras, es un dirigente en la asamblea conduciendo
el sindicato. (…) No concentremos toda la fuerza intelectual y activa en
la gestión de gobierno”.
Y para concluir su ponencia en Quito pidió permiso para criticar a la
que denominó como “izquierda de cafetín”, “izquierda deslactosada”,
“perfumada”, que observa el fragor de los procesos desde el balcón o la
televisión. Para García, esa izquierda “bien remunerada” se horroriza
del lenguaje guerrero y del olor de la plebe en las calles, más bien
critica a los gobiernos progresistas que no han construido en una semana
el comunismo y que “aprovechando el descanso de su fitness matinal nos
critican que no hayamos acabado de una buena vez con el mercado
mundial”.
Dice que esta izquierda participa en seminarios donde rinden cuentas de
sus financiamientos externos, que garantizan su buena vida, y desde allí
“denuncian a los gobiernos progresistas por no haber instaurado
instantáneamente y por decreto el Buen Vivir”.
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