Dr. Elio Masferrer Kan
(Profesor Emérito de la ENAH-INAH)
El
Papa Francisco puso el dedo en la llaga, los divorciados no están
excomulgados, son parte de la Iglesia Católica y deben ser tratados con
toda delicadeza, teniendo en cuenta la situación dramática por la que
atraviesan, aún más, teniendo especial cuidado para los hijos de los
divorciados, quienes atraviesan una situación afectiva muy complicada.
El
Papa se atiene a la Doctrina de la Iglesia y al Derecho Canónico. Lo
que está dando es una particular interpretación de la misma, que se
aparta de los estereotipos conservadores.
Recordemos
que son miembros de la Iglesia Romana todos los bautizados. El
matrimonio tiene la peculiaridad de que es un sacramento que se otorgan
entre sí los conyugues, poniendo a Dios como testigo de su voluntad de
contraer un matrimonio con aval sagrado. El sacerdote que oficia
habitualmente es en sentido estricto un testigo institucional, no “el
que los casa”.
La excomunión
es una sanción disciplinaria que se aplica por faltas graves a la
Doctrina y la Disciplina de la Institución, la dicta un obispo y hay un
procedimiento especial para ser redimido. Los divorciados no están
excomulgados, pero no pueden comulgar que técnicamente no es lo mismo,
pues toda persona que tenga una relación sexual fuera de un matrimonio
consagrado es un fornicador y además si está casado ante la Iglesia es
también un adúltero. Doblemente pecador, por ello, si se confiesa ante
un sacerdote este podría no absolverlo y por ello no puede comulgar. Si
se divorció pero no tiene relaciones sexuales, puede comulgar pues no es
ni adúltero ni fornicario. Sólo se salva si es de manita sudada. Aquí
no termina el asunto.
Es
importante recordar que en el momento de la confesión el sacerdote no
actúa por cuenta propia sino que “es como si fuera, es Cristo”, por ello
podría absolver a un adúltero, a un fornicador o cualquier otro pecador
o pecado, pues debe partir del “concepto del mal menor”. ¿Qué haría
Jesús inspirado por la misericordia?, recuerden que Jesús salvó de morir
lapidada a la mujer adúltera. Es allí donde el confesor debe evaluar la
situación y podría autorizar al pecador/a divorciado, ladrón, asesino,
etc. que comulgue. El sacerdote evalúa que el arrepentimiento sea
sincero.
Francisco Bergoglio
viene abonando una jurisprudencia canónica basada en la misericordia,
encuadrado en los padres fundadores y el propio Jesús. La Iglesia
debería actuar como Madre que entiende y se solidariza con sus hijos, no
como castigadora, que persigue a los conyugues en el fracaso y no tiene
en cuenta los niños que son quienes más sufren, agrega otro dato: “Son
muchos” los que están en esta situación dramática. No se sienten
acogidos por la Iglesia y se han alejado de la misma. “Debemos
garantizar” que los niños sean educados en la religión y no puede
cerrarse a los mismos padres, si quieren continuar con la vida
cristiana.
Muy cuidadoso en
el discurso, en sentido estricto no dice nada que vaya contra la
Doctrina y la Disciplina de la Iglesia, pero abre las puertas para que
los divorciados sean recibidos nuevamente, recalca que los divorciados
no están excomulgados, pero no dice que si no se arrepienten de sus
pecados no pueden comulgar. Abre las puertas pero con condiciones,
simultáneamente da instrucciones muy precisas a los confesores, no
discriminen a los divorciados ni a sus hijos, mejor observen si a pesar
de los problemas, mantienen un modo de vida cristiano, si es así
recupérenlos en el seno de la Iglesia.
Esto
producirá revuelo entre los sectores conservadores que no dejan
ingresar a sus escuelas a los hijos de los divorciados o que los vetan
para que sean padrinos. A ellos les dice “Qué cada uno haga su parte
asumiendo la actitud del Buen Pastor, ¡que conoce a cada una de sus
ovejas y no excluye a ninguna de su infinito amor!”
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