jueves, 27 de agosto de 2015

En la Jornada por la Memoria, la Verdad y la Justicia Con Roberto Fernández Retamar en Casa de las Américas

“La Jornada por la Memoria, la Verdad y la Justicia”, se realiza en la Habana, Cuba, desde hace cuatro años. Es una actividad organizada por La Casa de las Américas, las embajadas de Argentina, El Salvador y Uruguay, encuentro que se realiza el 24 de marzo de cada año, en honor al Beato  Monseñor Oscar Arnulfo Romero. La más reciente   se desarrolló, en marzo pasado (2015), en la que en esta ocasión fui invitado y  tenía una deuda con mis lectores de  escribir está crónica.

Como todas las cosas buenas de la vida, la invitación llegó de sorpresa, sin avisar y sin esperarlo. “¿Puede acompañarnos a la Jornada con un par de ponencias sobre monseñor Romero y la experiencia salvadoreña? Preguntó la Embajadora de El Salvador en Cuba, Sandra Alvarado, invitación que acepté sin dudar. Su dinámico esposo Rolando Ramírez se encargó de la logística de esta actividad y ponerme al día de detalles.

La invitación decía así:
“Como las anteriores, esta Jornada coincide con los aniversarios del golpe de Estado en Argentina y el asesinato de Mons. Oscar Arnulfo Romero en El Salvador. Es un ámbito de información y reflexión sobre los atropellos a las instituciones democráticas y violaciones a los derechos humanos que sufrió nuestra región, así como de compromiso para que nunca más se repita aquel horror. En esta oportunidad contamos con la participación  del Diputado Argentino Horacio Pietragalla, nieto apropiado por la dictadura militar y recuperado en 2003; así como mi persona, periodista y escritor, como ya muchos lo saben. y el Excelentísimo Embajador de la República Oriental del Uruguay, Señor Brigadier General Gerónimo Cardozo, militar demócrata opositor a la dictadura uruguaya”. 
Fueron días intensos, inolvidables, dignos de recordar. Ese pasado 24 de marzo de 2015 iniciamos asistiendo a una misa, y nos  acompañaron   un grupo de cubanos y latinoamericanos, quienes desde la década de los ochenta conformaron en la Habana el Grupo de Reflexión Monseñor Romero.

Luego en la Casa del Alba se dio el primer encuentro de la Jornada, el auditórium estaba abarrotado, llegaron más de 22 representaciones diplomáticas, muchos salvadoreños residentes y líderes de variadas representaciones religiosas, el héroe cubano Gerardo estaba también presente y ante ese público, superando el normal pavor escénico que eso produce, desarrollé la ponencia: “Monseñor Romero y su tiempo”. Final e , inevitablemente, concluí compartiendo sobre nuestros días, del aquí y ahora. “El tiempo de Romero era un tiempo en ebullición. Una caldera hirviendo”, “como ahora”, dije. Y mencioné la frase de Ignacio Ellacuría: “Con Monseñor Romero Dios pasó por El Salvador”.

Porque pasó para que con su ejemplo de vida, muchos o pocos practiquemos sus enseñanzas, su amor para el más desprotegido y su incansable lucha por la justicia. Principios que él creía y los vivía como un hombre seguidor de Jesucristo.

Posteriormente se proyectó un video y el canto sonoro de un coro fenomenal deleitó el encuentro.

Luego llegó lo que para mí fue  el momento medular y emocionante y que provocó en mí  escribir esta breve crónica en primera persona. Este evento realizado en La Casa de las Américas estar ahí, en el lugar en donde estuvo Roque Dalton por años, desarrollar  una conferencia en el auditórium Che Guevara, sentado ante el famoso escenario del árbol de la vida, es un privilegio que no merezco, ya que en los mismos escenarios estuvieron grandes líderes de la historia política, que marcaron un precedente invaluable para las actuales y futuras generaciones.  Compartí  sobre la “importancia del rescate de la memoria histórica”.



Además participó el Brigadier General Gerónimo Cardozo un militar distinto a los que conocemos, él relató que toda su vida ha participado activamente en la lucha por la democracia. Por sus luchas estuvo preso en 1972 y exiliado en México desde 1976 hasta 1985, tuvo participación activa con los grupos de exiliados y refugiados políticos uruguayos dispersos por el mundo.

De regreso en Uruguay, fue director de Relaciones Públicas, internacionales y de cooperación en el primer gobierno del Frente Amplio en la Intendencia Municipal de Montevideo. Por su amistad con Hugo Chávez Frías fue embajador ante la República Bolivariana de Venezuela desde 2005 hasta 2009 y luego hasta la fecha embajador de Uruguay en Cuba.
 
Permanecer en la mesa de honor  con el “diputado de las abuelas de la Plaza de Mayo”, Horacio Pietragalla, fue impactante y claro inolvidable.  Él relató que sus padres fueron asesinados durante los años setenta por la dictadura Argentina. Cuando él externaba su historia, con  apenas  cinco meses de edad, al momento de la masacre su madre lo logró meter en una bañera y taparlo con almohadas, cuando el jefe del operativo, el represor teniente general Hernán Tefzlaff, verificaba la escena, escuchó el llanto y se lo apropió. Con él vivió hasta el año 2002, año en que encontró a su abuela, después de varios exámenes de ADN.

Al momento de salir al público, en un salón reservado dentro de La Casa de las Américas, no lo podía creer, apareció caminando despacio pero seguro Roberto Fernández Retamar, con su gorra, pipa y bastón, un ícono para la cultura del continente, escritor cubano, pilar fundamental en Casa de las Américas, luchador infatigable, gran amigo de Gabo y de Roque Dalton, vio nacer y crecer como escritores a Benedetti, a Galeano y a muchos destacados literatos y artistas de hoy de nuestra américa profunda. Se dirigió a su silla mecedera, ya preparada para él y me acerqué, debí agacharme y con respeto profundo le pregunté por Roque Dalton, que cómo lo recordaba, me vio, sonrió: “fue como un hermano” me dijo. Luego me habló de su proyecto para colocar una placa conmemorativa en la casa, en La Habana, donde habitó Roque. “Tenemos que hacerlo” le dije. Todo fue muy rápido pero no lo olvido ni lo olvidaré. Mi amigo Rolando Ramírez tomó una instantánea de ese momento, aquí  la comparto.

Al finalizar la conferencia y como si no hubiese sido suficiente tanto regalo recibido en esa visita y después de  el respectivo vino tinto, tradicional en este tipo de actividades, vinieron las muestras de cariño y felicitación de los asistentes. Finalmente y para cerrar con broche de diamantes saludo  y abrazo a Aída Cañas, quien fuera esposa de Roque  Dalton, quien actualmente  vive en la Habana. Le comenté los planes de elaboración de la tan merecida  placa conmemorativa en memoria de Roque en la casa y me dijo: “En eso andamos”.  En el barullo del coctel apenas pude decirle: “Cuente conmigo”, pero creo que entre el saludo y cariño mostrado lo intuyó.   
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario