Pareciera
una contradicción que lo que ahora denominamos “Redes Sociales” y que
consideramos una herramienta de acercamiento y comunicación se ha vuelto
un mecanismo de degradación, desinformación y vulneración de las
garantías fundamentales de todo ser humano, como lo es el respeto a la
persona humana.
Cada día nos vemos bombardeados a través de los medios digitales en las redes “sociales” y los usuarios pueden hacer cualquier tipo de comentario, desatar polémicas, difamar y desinformar sin que esto conlleve ninguna penalización moral ó punitiva. En algunos casos el contenido de las publicaciones se realizan bajo la bandera del anonimato, y en otros casos a través de cuentas existentes que han sido hackeadas para colocar información falsa, obscena o simplemente por cobardía... Algunos países al desbordarse el uso de estas herramientas han decidido encarar el fenómeno y avanzan leyes que preponen sanciones para quienes ofendan, difamen ó desinformen en línea. Hay quienes aplauden las iniciativas, pues consideran que este tipo de acciones deben tener un límite pues incitan al odio. Pero hay quienes se atienen al principio jurídico que repudia la censura previa y privilegia la responsabilidad ulterior. El debate, pues, está abierto.
Los agravios contra las figuras públicas y no tan públicos (simples enemistades y envidias) son cotidianos en los foros de internet y las redes sociales. ¿Cómo ponerle a esto límite a esto?
Los medios y los administradores de redes no filtran nada y las redes son una selva. Entre los medios que se autorregulan, como la enciclopedia abierta Wikipedia o la red social Facebook, el usuario debe aceptar las condiciones de uso.
Wikipedia aclara que el usuario es responsable de sus ediciones, en tanto que la plataforma sólo aloja su contenido. Insta al usuario a no hostigar ni atacar a otros usuarios. Y se apeguen a las leyes.
Por ejemplo en Argentina hay una propuesta de ley sobre este tema que actualmente está en debate que uno de sus articulados dice: “Será considerado contenido discriminador aquellos mensajes publicados en las plataformas de contenidos producidos por los usuarios que menoscaben o insulten a las personas o grupo de personas o asociaciones” de acuerdo con los mismos patrones que rigen para los actos discriminatorios.
De aprobarse la ley, en Argentina, cualquier persona que se sienta afectada por acciones o mensajes de este tipo puede realizar una denuncia. En el caso de discriminación en línea, la captura con la imagen de ese comentario será prueba suficiente. El juez deberá determinar si el comentario puede considerarse ofensivo, discriminatorio o no y fijar la pena correspondiente.
En El Salvador es urgente este tipo de leyes. Ya las redes sociales se han desbordado y la difamación y desinformación crece a través de estas herramientas que denominamos “sociales”.
Cada día nos vemos bombardeados a través de los medios digitales en las redes “sociales” y los usuarios pueden hacer cualquier tipo de comentario, desatar polémicas, difamar y desinformar sin que esto conlleve ninguna penalización moral ó punitiva. En algunos casos el contenido de las publicaciones se realizan bajo la bandera del anonimato, y en otros casos a través de cuentas existentes que han sido hackeadas para colocar información falsa, obscena o simplemente por cobardía... Algunos países al desbordarse el uso de estas herramientas han decidido encarar el fenómeno y avanzan leyes que preponen sanciones para quienes ofendan, difamen ó desinformen en línea. Hay quienes aplauden las iniciativas, pues consideran que este tipo de acciones deben tener un límite pues incitan al odio. Pero hay quienes se atienen al principio jurídico que repudia la censura previa y privilegia la responsabilidad ulterior. El debate, pues, está abierto.
Los agravios contra las figuras públicas y no tan públicos (simples enemistades y envidias) son cotidianos en los foros de internet y las redes sociales. ¿Cómo ponerle a esto límite a esto?
Los medios y los administradores de redes no filtran nada y las redes son una selva. Entre los medios que se autorregulan, como la enciclopedia abierta Wikipedia o la red social Facebook, el usuario debe aceptar las condiciones de uso.
Wikipedia aclara que el usuario es responsable de sus ediciones, en tanto que la plataforma sólo aloja su contenido. Insta al usuario a no hostigar ni atacar a otros usuarios. Y se apeguen a las leyes.
Por ejemplo en Argentina hay una propuesta de ley sobre este tema que actualmente está en debate que uno de sus articulados dice: “Será considerado contenido discriminador aquellos mensajes publicados en las plataformas de contenidos producidos por los usuarios que menoscaben o insulten a las personas o grupo de personas o asociaciones” de acuerdo con los mismos patrones que rigen para los actos discriminatorios.
De aprobarse la ley, en Argentina, cualquier persona que se sienta afectada por acciones o mensajes de este tipo puede realizar una denuncia. En el caso de discriminación en línea, la captura con la imagen de ese comentario será prueba suficiente. El juez deberá determinar si el comentario puede considerarse ofensivo, discriminatorio o no y fijar la pena correspondiente.
En El Salvador es urgente este tipo de leyes. Ya las redes sociales se han desbordado y la difamación y desinformación crece a través de estas herramientas que denominamos “sociales”.
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