El brote de ébola que afecta a varios países de África occidental es tan grande, grave y difícil de contener, debido a la pobreza, aseguró Margaret Chan, directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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En un artículo divulgado en la más reciente edición del New England Journal of Medicine, la experta asegura que las naciones más afectadas, Guinea, Liberia y Sierra Leona, se encuentran entre las más pobres del mundo.
Años de conflicto y de guerra civil dejaron severas secuelas en sus sistemas de salud, personas en gran parte destruidas o gravemente discapacitadas y, en algunas zonas, hay una generación de niños sin educación, señala el artículo.
En estos países, sólo uno o dos médicos están disponibles para cada cien mil habitantes, y se concentran en las zonas urbanas. Las salas de aislamiento e incluso la capacidad del hospital para el control de la infección son prácticamente inexistentes.
Son rastreados los contactos de las personas infectadas, pero no aislados constantemente para el monitoreo, aseveró Chan en el informe.
Indicó que aunque la situación empeora, la respuesta mejoró en las últimas dos semanas. Llegó ayuda procedente de diversas organizaciones y la OMS vigila el brote para identificar áreas de transmisión y asegurar que la asistencia se coordina y distribuye rápidamente y racionalmente.
En tanto, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), de Estados Unidos, proporcionan apoyo sólido en el terreno, incluyendo la localización de contactos.
La experiencia dice que la enfermedad puede ser contenida, incluso sin una vacuna o cura, pero la combinación de pobreza, sistemas de salud disfuncionales, y el miedo en el trabajo, habla de un fin lejano, aseveró.
La comunidad internacional tendrá que prepararse para muchos más meses de asistencia masiva, coordinada y dirigida. Un mundo humano no puede dejar que la gente de África occidental sufren en una escala tan extraordinaria, concluyó la experta.
Años de conflicto y de guerra civil dejaron severas secuelas en sus sistemas de salud, personas en gran parte destruidas o gravemente discapacitadas y, en algunas zonas, hay una generación de niños sin educación, señala el artículo.
En estos países, sólo uno o dos médicos están disponibles para cada cien mil habitantes, y se concentran en las zonas urbanas. Las salas de aislamiento e incluso la capacidad del hospital para el control de la infección son prácticamente inexistentes.
Son rastreados los contactos de las personas infectadas, pero no aislados constantemente para el monitoreo, aseveró Chan en el informe.
Indicó que aunque la situación empeora, la respuesta mejoró en las últimas dos semanas. Llegó ayuda procedente de diversas organizaciones y la OMS vigila el brote para identificar áreas de transmisión y asegurar que la asistencia se coordina y distribuye rápidamente y racionalmente.
En tanto, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), de Estados Unidos, proporcionan apoyo sólido en el terreno, incluyendo la localización de contactos.
La experiencia dice que la enfermedad puede ser contenida, incluso sin una vacuna o cura, pero la combinación de pobreza, sistemas de salud disfuncionales, y el miedo en el trabajo, habla de un fin lejano, aseveró.
La comunidad internacional tendrá que prepararse para muchos más meses de asistencia masiva, coordinada y dirigida. Un mundo humano no puede dejar que la gente de África occidental sufren en una escala tan extraordinaria, concluyó la experta.
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