Las
voces unidas de cuatro decenas de niñas y niños inundaron este sábado
12 de diciembre la antigua residencia presidencial de El Salvador con la
ternura e inocencia propia de su edad para celebrar, junto al líder de
la nación, Salvador Sánchez Cerén, y su esposa, Margarita Villalta, la
llegada de la Navidad.
“Que
canten los niños, que alcen la voz, que hagan al mundo escuchar”, son
frases de esa mágica canción que el Coro Presidencial para el Buen Vivir
expande por los jardines de la casona que antes alojó a los presidentes
y sus familias y es hoy lugar de encuentro de gobernantes y pueblo y
centro promotor de la cultura.
Es
una mañana luminosa, de cielo limpio, cuando resuena el llamado para
“que canten los niños que viven en paz y aquellos que sufren dolor; que
canten por esos que no cantarán porque han apagado su voz…”, frases que
el español José Luis Perales le puso música como a un himno.
El
hecho está lleno del simbolismo de las diferencias entre el pasado y el
presente, porque el lugar donde antes de junio de 2009 sirvió incluso
para conspiraciones contra el pueblo, es hoy una Casa Abierta a los
sueños de la niñez.
El presidente Sánchez Cerén, al
darles la bienvenida al más de un centenar invitados al programa
recordó que la iniciativa de renunciar a la seguridad y comodidades de
la residencia de la colonia Escalón fue de Margarita Villalta, quien
antes de tomar posesión el 1 de junio de 2014 le recomendó abrir sus
puertas al pueblo.
La
cultura es un derecho de la niñez y la juventud, afirmó y luego exhortó a
abrazar la esperanza con la seguridad que el país va por la ruta
correcta hacia el bienestar y prosperidad de sus habitantes.
Una
de las niñas, Sofía Lagos, explicó que con el Coro quieren expresar esa
decisión del Presidente y lograr que mediante su canto todas puedan
soñar con un mundo mejor.
Otro de los niños, Óscar
Olmedo, aseguró que sueñan con un mundo donde reine la paz. “Quiero
cantarle y decirle a todos los niños que pueden ser mejor y luchar por
ser felices”, dijo.
El Coro Presidencial del Buen
Vivir, integrado por 40 niñas y niños de comunidades populares del Gran
San Salvador, debutó el 8 de mayo de este año bajo la dirección de la
maestra Doris Melchor, con un concierto dedicado al Día de la Madre, dos
días después.
Blanca Vilma de Martínez, asesora
del Despacho de la Primera Dama, relató ese día que mientras preparaban
la presentación, doña Margarita le decía sobre el Coro: “Es un sueño
cumplido”, cuando meses antes era solo una ilusión.
En
la Casa Abierta de este sábado 12 de diciembre se presentaron también a
toda la nación, mediante los medios públicos, comunitarios y varios
privados, infantes de la Escuela Nacional de Danza y de las Casas de la
Cultura y Convivencia de los municipios de Jiquilisco, Zacatecoluca y
Colón.
Las niñas de la Escuela dieron vida al mundo
mágico de Cri-Cri, el grillo cantor, creado por el mexicano Francisco
Gabilondo Soler, y vestidas como esperanzas bailaron al compás de
canciones maravillosas como El Negrito Bailarín y Cri-Cri.
La danza y el arte se fueron alternando a lo largo del programa.
El
Coro volvió a desatar los aplausos con otra canción clásica, Quincho
Barrilete, un canto de amor y alegría dedicado por el nicaragüense
Carlos Mejía Godoy al niño revolucionario Luis Alfonso Velázquez,
asesinado por la dictadura somocista cuando apenas tenía 9 años.
Los
villancicos navideños también alegraron la mañana y los niñas y niños
recordaron que con El Burrito Sabanero van camino de Belén.
Con
esa canción terminó el programa en la antigua residencia de los
gobernantes, hoy, una Casa Abierta a los sueños de la niñez salvadoreña
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