jueves, 19 de noviembre de 2015

El pueblo pipil y su lengua: de vuelta a la vida


El libro “El pueblo pipil y su lengua: de vuelta a la vida” enfoca la problemática indígena desde un punto vista lingüístico, histórico, antropológico e, incluso, biológico para dar una visión holística de la problemática. Cada capítulo desarrolla un tema que acerca al lector a un conocimiento más profundo de la cosa indígena en el país. El libro ha sido escrito pensando tanto en el lector especializado que busca datos y argumentos nuevos para sus propios estudios como para el lector que se inicia en la temática.

Como lingüista, la  preocupación principal del autor ha sido el estudio, el registro y la revitalización de la única lengua indígena nacional que aún sobrevive en nuestro país: el náhuat o pipil. Esta lengua indígena se encuentra al borde de la extinción, con pocos hablantes vivos y sin traspaso intergeneracional. Pero, principalmente, sin un uso práctico en la sociedad, por lo que no hay necesidad de aprenderla en las comunidades indígenas. ¿Para qué aprender náhuat si no sirve para nada? es la reflexión más común y lógica de cualquier persona. En el libro se demuestra con sólidos argumentos científicos y sociales porqué es importante evitar que la lengua y cultura pipiles desaparezcan.

En la historia natural del planeta, la supervivencia del más apto ha regido. Las especies se encuentran en constante competencia. La que mejor se puede adaptar a las nuevas condiciones es la que persiste; las demás, simplemente, se extinguen. Esta cruda realidad darwiniana es la que ha llevado al ser humano a ser la especie dominante del planeta. Como especie, hemos desarrollado la capacidad lingüística y el pensamiento abstracto, lo que nos ha puesto en ventaja con respecto a las demás especies del planeta y en la cima de la evolución. Nos hemos adaptado a todo tipo de cambio a través de la historia: geológicos, sociales, climáticos, culturales, lingüísticos, religiosos, etc. Las especies en la historia que no se han adaptado a los cambios, simplemente se han extinguido.

De la misma manera, a través de la historia, pero de forma acelerada en los últimos 500 años, los idiomas hablados por pueblos más desarrolladas tecnológica y militarmente han desplazado a los idiomas hablados por los pueblos que han sido sometidos por ellos. A las lenguas de estos pueblos dominantes que desplazan a las de los pueblos dominados el autor les llama lenguas logófogas. La logofagia es un término utilizado en el libro para describir metafóricamente en términos biológicos la acción de una lengua de devorar a otra hasta extinguirla (canibalismo lingüístico) y en el sentido filosófico de cambiar el logos—la razón y el pensamiento—de una comunidad lingüística.

Desafortunadamente, la lengua pipil o náhuat ha sido víctima de los principios darwinianos antes mencionados y ha sido desplazada completamente de su función social por el español, una de las mayores lenguas logófogas de la historia moderna.

Desde la conquista y colonia hasta nuestros días, el idioma pipil o náhuat ha perdido todos los espacios sociales de interacción lingüística por lo que su uso es innecesario en la vida cotidiana de todo salvadoreño. No necesitamos hablar náhuat para ir a la escuela, para leer el diario, para oír las noticias, ir a misa o al culto, escribir un artículo, discutir de política, ni para ningún otra actividad. Por esta razón, en términos de función social, el pipil es una lengua extinta, sin importar que aún haya algunas decenas de nahuaparlantes vivos.
Entonces, en vista de esta realidad, y en vista de que en forma natural, el pipil nunca va  a volver a la vida, es necesaria la intervención exógena en las comunidades en las que subsisten nahuaparlantes. Desde el año 2003, el autor con el apoyo de la Universidad Don Bosco, inició un programa de revitalización lingüística que busca darle una función social al náhuat en las comunidades en las que aún hay hablantes. El objetivo es revertir el desplazamiento lingüístico sufrido por el pipil recuperando espacios de uso cotidiano de la lengua creados, inicialmente, en forma artificial, con la esperanza que se vuelvan espacios naturales de interacción lingüística. Mientras esto no suceda, el náhuat o pipil salvadoreño está condenado a reconfirmar su estatus de lengua extinta no solo en términos de uso social sino en términos de hablantes vivos, ya que los últimos nahuaparlantes que aún se pueden encontrar son ancianos que viven en situación de pobreza y exclusión social histórica, además de padecer problemas de salud.

Por esta razón, el libro “El pueblo pipil y su lengua: de vuelta a la vida” es un libro esperanzador que demuestra con base a la experiencia que sí es posible revitalizar una lengua que se encuentra en estado de extinción como el náhuat. El libro no sólo describe la realidad indígena en términos sociales, lingüísticos, históricos y antropológicos, sino que, principalmente, muestra el camino a seguir para una revitalización lingüístico-cultural del pueblo pipil o de otros pueblos y lenguas en similar condición. Durante las primeras visitas del autor a Santo Domingo de Guzmán, Sonsonate, en busca de nahuaparlantes para escribir un esbozo gramatical del idioma como tesis de grado, se encontró con un pueblo temeroso de hablar su idioma ancestral, desconfiado de los extraños y con una baja autoestima al grado de negar su ascendencia indígena y menospreciar su propia cultura e idioma. Ahora, en el mismo pueblo, funciona la Cuna Náhuat, proyecto de inmersión lingüística temprana para niños de 3 a 5 años, en la cual los niños son atendidos por señoras nahuaparlantes de la comunidad, llamadas nanzin tamatxiani (madres educadoras), quienes utilizan la lengua náhuat como medio de instrucción e interacción en el aula y fuera de ella. Estas mujeres indígenas nahuaparlantes ahora son ejemplo en la comunidad y muchos jóvenes las ven como modelo a seguir y quieren aprender náhuat y conocer su cultura. Los nahuaparlantes del pueblo ahora no se esconden ni niegan su ascendencia indígena. Este es un panorama radicalmente diferente al encontrado en el pasado. Las cosas sí pueden cambiar.

Sí es posible revitalizar una lengua moribunda y revalorar la cultura del pueblo que la habla pero se necesita el concurso de numerosos actores, académicos, gobierno, políticos y ONGs, pero, principalmente, se  necesita la participación directa de las comunidades indígenas mismas, ya que ningún proyecto funcionará sin la convicción de la comunidad sobre la importancia de volver su lengua y cultura a la vida.

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