miércoles, 25 de noviembre de 2015

El empinado camino de la equidad de género


“Tenemos que transformar nuestro pensamiento y nuestra cultura machista, tenemos que cambiar”, dijo el Presidente Salvador Sánchez Cerén en el Día Internacional de la Mujer de este año. Un paso adelante y dos pasos atrás…Así han sido los cambios en el país en el empinado camino de la equidad de género. Pero ya se ha recorrido un largo trecho.

Los logros en el campo de los derechos de la mujer y la igualdad de género en El Salvador son fruto de arduas y sacrificadas luchas de las mujeres a lo largo de nuestra historia. No han aparecido por generación espontánea ni solo por la voluntad de las autoridades.

LOS NOMBRES DE LAS PRIMERAS
Durante la Colonia, las vidas de las mujeres criollas, mestizas, indígenas y negras esclavas se desarrollaron entre el hogar, la iglesia, el hospital y la labranza. Vivían sin acceso a asistencia médica ginecológica y carecían de la educación más básica. Las que lograban alfabetizarse lo hacían preparándose para ser monjas. A algunas, padres, hermanos o esposos les enseñaron a escribir y a leer documentos personales y judiciales. Aun así, la Corona española cobraba tributo a las mujeres, por lo que le permitían a las criollas realizar transacciones con fuertes sumas monetarias por tierras o por hatos de ganado.
Ante estas injusticias, mujeres como las metapanecas Juana de Dios Arriaga, Micaela Arbizú, Sebastiana Martínez, Manuela Marroquín, Patricia Recinos, Rosa Ruiz, María Isabel Fajardo, Luciana Vásquez, Juana Vásquez, y muchas más participaron activamente en las gestas independentistas de 1811 y 1814. Úrsula Guzmán y Gertrudis Lemus proporcionaron piedras y armas a los indios y mulatos que el 24 de noviembre de 1811 participaron en enfrentamientos en Metapán. Meses después, María Feliciana de los Ángeles Miranda fue ejecutada en la Plaza Central de San Vicente por realizar actividades de propaganda independentista en la región de Sensuntepeque.

LAS   PRIMERAS  LUCES  SUFRAGISTAS
A finales del siglo 19 surgió en Ahuachapán el club feminista “Adela de Barrios”, nombrado así por la esposa de Gerardo Barrios. Retomaba ideas provenientes de Europa y Norteamérica que pronto fueron condenadas por los sacerdotes desde los púlpitos. Reclamaban la reivindicación social de las mujeres y el derecho al voto. Pudieron más las amenazas de excomunión que la justicia de sus demandas y la organización ahuachapaneca y otras parecidas tuvieron corta vida. En los años 20 del siglo 20, las mujeres se activaron con demandas concretas en el marco del auge de las protestas populares que sacudían a El Salvador.

PRUDENCIA AYALA
Para entonces, el sufragismo femenino había cobrado presencia en países anglosajones y europeos. En 1930, cuando la legislación salvadoreña aún no reconocía a la mujer como ciudadana, Prudencia Ayala lanzó su candidatura a la Presidencia de la República. Su plataforma planteaba defender los derechos de las mujeres e incluía aspectos como el apoyo
a los sindicatos, la honradez en la administración pública, la limitación de la distribución y consumo del aguardiente, el respeto a la libertad de culto y el reconocimiento de los hijos ilegítimos. Aunque no pudo inscribirse oficialmente, su campaña tuvo un valor simbólico importante. Ocho años después, la Asamblea Legislativa otorgó el derecho al voto a las mujeres casadas mayores de 25 años que tenían título escolar y a las mujeres solteras mayores de 30 años también estudiadas.

LAS PRIMERAS ORGANIZACIONES
Los años 40 fueron testigos de levantamientos populares contra el dictador general Maximiliano Hernández Martínez. Años después, la escritora Matilde Elena López contó que la huelga de brazos caídos de abril y mayo de 1944 se organizó a base de hojas sueltas escritas a máquina por centenares de mecanógrafas que trabajaron día y noche para elaborar las volantes con mensajes para la coordinación de la huelga. El papel de las mujeres fue vital en el fin de la dictadura. Con la caída de Martínez hubo una pequeña apertura política en el país, que permitió el nacimiento de dos agrupaciones de mujeres dirigidas por militantes comunistas: el Frente Democrático Femenino, con la publicación “Mujer Demócrata”, dirigido por Matilde Elena López; y “Antorcha Femenina”, una asociación de mujeres dirigida por Graciela García, que se incorporó a la Unión Nacional de Trabajadores, una asociación más política que gremial que apoyó la candidatura de Arturo Romero. Al año, Rosa Amelia Guzmán y Ana Rosa Ochoa fundaron la Asociación de Mujeres Democráticas de El Salvador, con la publicación “Tribuna Feminista”. En 1947 las mujeres agrupadas en la Asociación de Mujeres Democráticas formaron la Liga Femenina Salvadoreña, que luchó y logró que en la Constitución de 1950 quedara establecido el derecho de las mujeres a votar y a optar a cargos públicos. Tuvo como órgano de divulgación el “Heraldo Femenina”.

LA FRATERNIDAD DE MUJERES SALVADOREÑAS
“A principios de 1956 creamos la Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas (FMS) con el propósito de luchar por la defensa de los derechos de la mujer y del niño”, expresa Berta Deras de Aguiñada. Tula Alvarenga agrega: “Nos veíamos como parte de la lucha general del pueblo, un complemento a las organizaciones populares, trabajando por los derechos de las mujeres. Las mujeres ganaban menos en las fábricas, y si llegaba embarazada, no le daban trabajo. Se necesitaba una organización de mujeres que se concentrara en estas reivindicaciones. Y también se necesitaba una organización que fuera parte de la unión, que se basara en la solidaridad entre las mujeres”.

GERMINAN OTROS MOVIMIENTOS DE MUJERES
En 1969 surgió el Comité de Mujeres Sindicalistas, formado por mujeres de los sindicatos afiliados a la Federación Unitaria Sindical Salvadoreña (FUSS) y a la Federación Sindical de Trabajadores de la Industria Avícola, el Vestido, Textil, Similares y Conexos de El Salvador (FESTIAVTSCES). Poco más tarde se creó el Comité Provisional de Mujeres Salvadoreñas (CPMS), formado por algunas mujeres provenientes de la FMS del sector sindical, estudiantil universitario y empleadas. Del esfuerzo conjunto de ambos comités nació en 1975 la Asociación de Mujeres Progresistas de El Salvador (AMPES), cuyo objetivo consistía en “organizar a mujeres de la ciudad y el campo, formarlas políticamente e incorporarlas en la lucha por sus reivindicaciones políticas, económicas y sociales”.
De ahí en adelante se crearon nuevas organizaciones de mujeres que buscaban sumar fuerzas al creciente movimiento popular, entre ellas la Asociación de Mujeres de El Salvador (AMES) y la Asociación de Mujeres por la Democracia “Lil Milagro Ramírez”. Los esfuerzos de los años 70 se encauzaron más a la lucha por la liberación nacional que a la liberación femenina.

EN LA GUERRA: “MATERNIDAD REBELDE”
Especial mención en la década de los 80 merecen las organizaciones de madres de presos políticos y desaparecidos: el Comité de Madres y Familiares de Presos, Desaparecidos y Asesinados Políticos de El Salvador “Monseñor Óscar Arnulfo Romero” (COMADRES),
el Comité de Madres y Familiares Cristianos de Presos, Desaparecidos y Asesinados “Octavio Ortiz-Hermana Silvia”(COMAFAC) y el Comité de Familiares de Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos “Marianella García Villas” (CODEFAM). Según Lola Luna, estos movimientos, al reivindicar el derecho a la vida de sus hijos e hijas, “sintetizaron en su acción política lo privado, su papel materno, y lo público, los derechos humanos. Y rompieron así con la tradicional separación entre el espacio femenino privado y el espacio masculino público y político… Ellas utilizaron la maternidad para rebelarse”.

NUEVOS RETOS, NUEVAS OPORTUNIDADES
Al finalizar la guerra y a lo largo de los años 90 y en los comienzos del siglo 21, cientos de mujeres se lanzaron a consolidar los embriones de movimientos de mujeres y a posicionarse nacional e internacionalmente en temas de igualdad de género. Introdujeron nuevamente y con más fuerza una agenda propia y reivindicativa de los derechos de las mujeres. Se retomaron demandas previas como “a trabajo igual salario igual” y el derecho a la titularidad de la tierra en el área rural. A esa agenda se integraron nuevas demandas: la exigencia de la paternidad responsable y las relacionadas con los derechos de salud sexual y reproductiva, anteriormente invisibilizados. También, el derecho a decidir sobre el embarazo y la maternidad.  Más adelante apareció el tema de la integridad física de la mujer, la violencia intrafamiliar y el feminicidio. Sobre esto sí hubo mucha puja social y política en El Salvador.

CIUDAD MUJER: UN PROGRAMA EMBLEMÁTICO
Ciudad Mujer se estructura alrededor de todas estas necesidades: Salud Sexual Reproductiva, Prevención de la Violencia, Autonomía Económica, Educación Colectiva y Atención Infantil. En las seis sedes de Ciudad Mujer instaladas en el país, las mujeres reciben servicios de salud, asesoría jurídica y psicológica, servicios de protección para ellas y sus hijos en caso de ser víctimas de violencia, cursos de formación técnica, servicios bancarios, asesoría y acompañamiento para proyectos productivos, comercialización y microcréditos. Y mientras sus madres están siendo atendidas, sus hijos y sus hijas reciben cuidado y atención recreativa, educativa, psicológica y pediátrica.

LA LEY CONTRA LA VIOLENCIA
La Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres y la Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación de la Discriminación en Contra de las Mujeres, dos leyes que entraron en vigencia en 2012, marcaron hitos en el cumplimiento de los derechos de las mujeres y la igualdad de género en el país.

La Ley contra la violencia hacia las mujeres es un avance significativo porque va más allá de la violencia física y psicológica. Incluye la violencia económica, la violencia sexual y la regulación de la violencia simbólica, que se refiere a los mensajes, valores, iconos o signos que transmiten y reproducen relaciones de dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales que se establecen entre las personas
y que naturalizan la subordinación de las mujeres en la sociedad.

MUJERES EN CARGOS PÚBLICOS
La propuesta original sostenía que el Estado debía garantizar la representación igualitaria de ambos géneros en los cargos de elección popular, y que esa no debía de ser menor al 40% para las mujeres. Al final, las cuotas quedaron fuera. Fue hasta la aprobación de la Ley de Partidos Políticos (2014) que se establecieron cuotas del 30% para las mujeres en las candidaturas de elección popular, muy por debajo de la población femenina, que es el 53% del total. En la actualidad, de las 262 alcaldías del país, sólo 27 son administradas por alcaldesas. En 13 ministerios que componen el gabinete de gobierno, solamente hay tres ministras: en Trabajo, Salud y Medio Ambiente. De los 84 curules en la Asamblea Legislativa, 27 (32%) están en manos de mujeres.

SUPERAR VIEJOS ESQUEMAS
Son pocas las instituciones del Estado que han aplicado la Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación de la Discriminación contra las Mujeres en su totalidad. En la práctica, aún no se ha logrado que esta Ley sea vinculante. Aun así, su existencia es un paso importante en la modificación de una cosmovisión que legitima el sistema capitalista y patriarcal.

RECONOCER EL TRABAJO REPRODUCTIVO Y LAS TRABAJADORAS DOMÉSTICAS
Con la introducción de la política de “corresponsabilidad” en la Ley de Igualdad nació el compromiso de reconocer el trabajo doméstico no remunerado.

La situación de las 116 mil trabajadoras domésticas que hay en el país no es mucho mejor que la de las amas de casa. El Código de Trabajo establece un régimen especial que despoja a las trabajadoras domésticas de ciertos derechos laborales como el horario de ocho horas y el derecho a un contrato por escrito que especifique las condiciones laborales. No les reconoce el derecho a los días de asueto y establece tres causales especiales para el despido sin responsabilidad patronal: tener una enfermedad infecto-contagioso, tener “vicios o malos hábitos” y cometer actos graves de infidelidad o insubordinación contra el patrón o su familia.
Aún se espera que El Salvador ratifique el Convenio 189 de la OIT como marco jurídico para los derechos de las trabajadoras domésticas y la protección efectiva contra su abuso y acoso. Además de las organizaciones de mujeres que revindican su ratificación y la modificación del Código de Trabajo, será trabajo de los tres sindicatos de trabajadoras domésticas en formación luchar por la igualdad de derechos laborales.

TIERRAS Y CRÉDITOS PARA LAS MUJERES
Para la promoción de la autonomía económica de las mujeres son esenciales la entrega de tierras y créditos, de capacitación y empleo. Según datos de la Dirección General de Estadísticas y Censos, en 2009 el 82% de los propietarios de todas las tierras del país con vocación agrícola eran hombres. Sólo el 18% era propiedad de mujeres. Entre 2009-2015, el Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria (ISTA) ha otorgado 14,070 títulos de propiedad a mujeres rurales y el 65% de los lotes para vivienda fueron entregados a mujeres jefas de hogar. En 2009-2013 las mujeres accedieron a más créditos que los hombres. Los créditos otorgados por Ciudad Mujer han sido claves para este avance. Particular mención merecen los créditos específicos para víctimas de la violencia y para mujeres con cáncer que no son sujetas de crédito en la banca privada por su enfermedad. A pesar de esto persiste una brecha en relación a los montos otorgados, pues en promedio los de los hombres son superiores en un 30% y en algunos casos superan el 50% en comparación a los de las mujeres.

EL PROGRAMA BANCA MUJER
A finales de 2014, el Presidente Salvador Sánchez Cerén presentó el programa Banca Mujer, que facilita líneas de crédito y de garantías, además de asistencia técnica a las mujeres emprendedoras. En ocho meses se otorgaron 103 créditos a mujeres por un monto de 971,673 dólares destinados a diversos rubros. El talón de Aquiles de la Banca ha sido “el predomino de la cultura financiera de la banca privada. Los requisitos que piden y la falta de atención a la realidad específica de las mujeres son los mismos que los de la banca tradicional. Las reglas no han cambiado, siguen siendo muy masculinas. Seguramente tendrán que ir cambiando con la Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación de la Discriminación contra las Mujeres”.

EL DERECHO A DECIDIR
El nudo gordiano en el cumplimiento de los derechos de salud sexual y reproductiva sigue siendo la penalización del aborto.

MISOGINIA EN EL SISTEMA EDUCATIVO
Aunque ha intentado incorporar cambios en sus planes de estudio y materiales educativos a fin de promover la enseñanza no sexista en el sistema educativo, aún falta mucho por avanzar.  El borrador de un texto oficial sobre salud sexual y reproductiva, redactada bajo el primer gobierno del FMLN, perpetuaba aún mitos relacionados a las diferencias “por naturaleza, llegando a plantear “científicamente” que el cerebro femenino es levemente más grande y dispone a las mujeres a ser más “emocionales”, mientras que el cerebro masculino le dispone a tener mayores impulsos sexuales, ignorando por completo los procesos de socialización. Felizmente, el documento fue modificado y este planteamiento quedó fuera a la hora de su publicación.

TENEMOS QUE CAMBIAR
Los cambios institucionales de los últimos seis años pueden parecer pequeños, pero son monumentales para una sociedad caracterizada a lo largo de su historia post-Conquista por sus rasgos autoritarios, militaristas, represivos y machistas. En el Día Internacional de la Mujer de 2015, el Presidente Sánchez Cerén dijo: “Tenemos que transformar nuestro pensamiento y nuestra cultura machista, tenemos que cambiar y respetar los derechos de las mujeres, tenemos que hacer ese cambio en la humanidad”.

Es necesario revestirse, al mismo tiempo, de paciencia y de impaciencia, para celebrar los avances y encarar los desafíos.

(*Educadora popular. Este trabajo fue publicado en la Revista Envío de Nicaragua. Aquí reproducimos extractos con permiso de la autora).

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