“Tenemos
que transformar nuestro pensamiento y nuestra cultura machista, tenemos
que cambiar”, dijo el Presidente Salvador Sánchez Cerén en el Día
Internacional de la Mujer de este año. Un paso adelante y dos pasos
atrás…Así han sido los cambios en el país en el empinado camino de la
equidad de género. Pero ya se ha recorrido un largo trecho.
Los
logros en el campo de los derechos de la mujer y la igualdad de género
en El Salvador son fruto de arduas y sacrificadas luchas de las mujeres a
lo largo de nuestra historia. No han aparecido por generación
espontánea ni solo por la voluntad de las autoridades.
LOS NOMBRES DE LAS PRIMERAS
Durante la Colonia, las vidas de las mujeres criollas, mestizas,
indígenas y negras esclavas se desarrollaron entre el hogar, la iglesia,
el hospital y la labranza. Vivían sin acceso a asistencia médica
ginecológica y carecían de la educación más básica. Las que lograban
alfabetizarse lo hacían preparándose para ser monjas. A algunas, padres,
hermanos o esposos les enseñaron a escribir y a leer documentos
personales y judiciales. Aun así, la Corona española cobraba tributo a
las mujeres, por lo que le permitían a las criollas realizar
transacciones con fuertes sumas monetarias por tierras o por hatos de
ganado.
Ante estas injusticias, mujeres como las metapanecas Juana de Dios
Arriaga, Micaela Arbizú, Sebastiana Martínez, Manuela Marroquín,
Patricia Recinos, Rosa Ruiz, María Isabel Fajardo, Luciana Vásquez,
Juana Vásquez, y muchas más participaron activamente en las gestas
independentistas de 1811 y 1814. Úrsula Guzmán y Gertrudis Lemus
proporcionaron piedras y armas a los indios y mulatos que el 24 de
noviembre de 1811 participaron en enfrentamientos en Metapán. Meses
después, María Feliciana de los Ángeles Miranda fue ejecutada en la
Plaza Central de San Vicente por realizar actividades de propaganda
independentista en la región de Sensuntepeque.
LAS PRIMERAS LUCES SUFRAGISTAS
A finales del siglo 19 surgió en Ahuachapán el club feminista “Adela de
Barrios”, nombrado así por la esposa de Gerardo Barrios. Retomaba ideas
provenientes de Europa y Norteamérica que pronto fueron condenadas por
los sacerdotes desde los púlpitos. Reclamaban la reivindicación social
de las mujeres y el derecho al voto. Pudieron más las amenazas de
excomunión que la justicia de sus demandas y la organización
ahuachapaneca y otras parecidas tuvieron corta vida. En los años 20 del
siglo 20, las mujeres se activaron con demandas concretas en el marco
del auge de las protestas populares que sacudían a El Salvador.
PRUDENCIA AYALA
Para entonces, el sufragismo femenino había cobrado presencia en países
anglosajones y europeos. En 1930, cuando la legislación salvadoreña aún
no reconocía a la mujer como ciudadana, Prudencia Ayala lanzó su
candidatura a la Presidencia de la República. Su plataforma planteaba
defender los derechos de las mujeres e incluía aspectos como el apoyo
a los sindicatos, la honradez en la administración pública, la
limitación de la distribución y consumo del aguardiente, el respeto a la
libertad de culto y el reconocimiento de los hijos ilegítimos. Aunque
no pudo inscribirse oficialmente, su campaña tuvo un valor simbólico
importante. Ocho años después, la Asamblea Legislativa otorgó el derecho
al voto a las mujeres casadas mayores de 25 años que tenían título
escolar y a las mujeres solteras mayores de 30 años también estudiadas.
LAS PRIMERAS ORGANIZACIONES
Los años 40 fueron testigos de levantamientos populares contra el
dictador general Maximiliano Hernández Martínez. Años después, la
escritora Matilde Elena López contó que la huelga de brazos caídos de
abril y mayo de 1944 se organizó a base de hojas sueltas escritas a
máquina por centenares de mecanógrafas que trabajaron día y noche para
elaborar las volantes con mensajes para la coordinación de la huelga. El
papel de las mujeres fue vital en el fin de la dictadura. Con la caída
de Martínez hubo una pequeña apertura política en el país, que permitió
el nacimiento de dos agrupaciones de mujeres dirigidas por militantes
comunistas: el Frente Democrático Femenino, con la publicación “Mujer
Demócrata”, dirigido por Matilde Elena López; y “Antorcha Femenina”, una
asociación de mujeres dirigida por Graciela García, que se incorporó a
la Unión Nacional de Trabajadores, una asociación más política que
gremial que apoyó la candidatura de Arturo Romero. Al año, Rosa Amelia
Guzmán y Ana Rosa Ochoa fundaron la Asociación de Mujeres Democráticas
de El Salvador, con la publicación “Tribuna Feminista”. En 1947 las
mujeres agrupadas en la Asociación de Mujeres Democráticas formaron la
Liga Femenina Salvadoreña, que luchó y logró que en la Constitución de
1950 quedara establecido el derecho de las mujeres a votar y a optar a
cargos públicos. Tuvo como órgano de divulgación el “Heraldo Femenina”.
LA FRATERNIDAD DE MUJERES SALVADOREÑAS
“A principios de 1956 creamos la Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas
(FMS) con el propósito de luchar por la defensa de los derechos de la
mujer y del niño”, expresa Berta Deras de Aguiñada. Tula Alvarenga
agrega: “Nos veíamos como parte de la lucha general del pueblo, un
complemento a las organizaciones populares, trabajando por los derechos
de las mujeres. Las mujeres ganaban menos en las fábricas, y si llegaba
embarazada, no le daban trabajo. Se necesitaba una organización de
mujeres que se concentrara en estas reivindicaciones. Y también se
necesitaba una organización que fuera parte de la unión, que se basara
en la solidaridad entre las mujeres”.
GERMINAN OTROS MOVIMIENTOS DE MUJERES
En 1969 surgió el Comité de Mujeres Sindicalistas, formado por mujeres
de los sindicatos afiliados a la Federación Unitaria Sindical
Salvadoreña (FUSS) y a la Federación Sindical de Trabajadores de la
Industria Avícola, el Vestido, Textil, Similares y Conexos de El
Salvador (FESTIAVTSCES). Poco más tarde se creó el Comité Provisional de
Mujeres Salvadoreñas (CPMS), formado por algunas mujeres provenientes
de la FMS del sector sindical, estudiantil universitario y empleadas.
Del esfuerzo conjunto de ambos comités nació en 1975 la Asociación de
Mujeres Progresistas de El Salvador (AMPES), cuyo objetivo consistía en
“organizar a mujeres de la ciudad y el campo, formarlas políticamente e
incorporarlas en la lucha por sus reivindicaciones políticas, económicas
y sociales”.
De ahí en adelante se crearon nuevas organizaciones de mujeres que
buscaban sumar fuerzas al creciente movimiento popular, entre ellas la
Asociación de Mujeres de El Salvador (AMES) y la Asociación de Mujeres
por la Democracia “Lil Milagro Ramírez”. Los esfuerzos de los años 70 se
encauzaron más a la lucha por la liberación nacional que a la
liberación femenina.
EN LA GUERRA: “MATERNIDAD REBELDE”
Especial mención en la década de los 80 merecen las organizaciones de
madres de presos políticos y desaparecidos: el Comité de Madres y
Familiares de Presos, Desaparecidos y Asesinados Políticos de El
Salvador “Monseñor Óscar Arnulfo Romero” (COMADRES),
el Comité de Madres y Familiares Cristianos de Presos, Desaparecidos y
Asesinados “Octavio Ortiz-Hermana Silvia”(COMAFAC) y el Comité de
Familiares de Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos “Marianella
García Villas” (CODEFAM). Según Lola Luna, estos movimientos, al
reivindicar el derecho a la vida de sus hijos e hijas, “sintetizaron en
su acción política lo privado, su papel materno, y lo público, los
derechos humanos. Y rompieron así con la tradicional separación entre el
espacio femenino privado y el espacio masculino público y político…
Ellas utilizaron la maternidad para rebelarse”.
NUEVOS RETOS, NUEVAS OPORTUNIDADES
Al finalizar la guerra y a lo largo de los años 90 y en los comienzos
del siglo 21, cientos de mujeres se lanzaron a consolidar los embriones
de movimientos de mujeres y a posicionarse nacional e internacionalmente
en temas de igualdad de género. Introdujeron nuevamente y con más
fuerza una agenda propia y reivindicativa de los derechos de las
mujeres. Se retomaron demandas previas como “a trabajo igual salario
igual” y el derecho a la titularidad de la tierra en el área rural. A
esa agenda se integraron nuevas demandas: la exigencia de la paternidad
responsable y las relacionadas con los derechos de salud sexual y
reproductiva, anteriormente invisibilizados. También, el derecho a
decidir sobre el embarazo y la maternidad. Más adelante apareció el
tema de la integridad física de la mujer, la violencia intrafamiliar y
el feminicidio. Sobre esto sí hubo mucha puja social y política en El
Salvador.
CIUDAD MUJER: UN PROGRAMA EMBLEMÁTICO
Ciudad Mujer se estructura alrededor de todas estas necesidades: Salud
Sexual Reproductiva, Prevención de la Violencia, Autonomía Económica,
Educación Colectiva y Atención Infantil. En las seis sedes de Ciudad
Mujer instaladas en el país, las mujeres reciben servicios de salud,
asesoría jurídica y psicológica, servicios de protección para ellas y
sus hijos en caso de ser víctimas de violencia, cursos de formación
técnica, servicios bancarios, asesoría y acompañamiento para proyectos
productivos, comercialización y microcréditos. Y mientras sus madres
están siendo atendidas, sus hijos y sus hijas reciben cuidado y atención
recreativa, educativa, psicológica y pediátrica.
LA LEY CONTRA LA VIOLENCIA
La Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las
Mujeres y la Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación de la
Discriminación en Contra de las Mujeres, dos leyes que entraron en
vigencia en 2012, marcaron hitos en el cumplimiento de los derechos de
las mujeres y la igualdad de género en el país.
La Ley contra la violencia hacia las mujeres es un avance significativo
porque va más allá de la violencia física y psicológica. Incluye la
violencia económica, la violencia sexual y la regulación de la violencia
simbólica, que se refiere a los mensajes, valores, iconos o signos que
transmiten y reproducen relaciones de dominación, desigualdad y
discriminación en las relaciones sociales que se establecen entre las
personas
y que naturalizan la subordinación de las mujeres en la sociedad.
MUJERES EN CARGOS PÚBLICOS
La propuesta original sostenía que el Estado debía garantizar la
representación igualitaria de ambos géneros en los cargos de elección
popular, y que esa no debía de ser menor al 40% para las mujeres. Al
final, las cuotas quedaron fuera. Fue hasta la aprobación de la Ley de
Partidos Políticos (2014) que se establecieron cuotas del 30% para las
mujeres en las candidaturas de elección popular, muy por debajo de la
población femenina, que es el 53% del total. En la actualidad, de las
262 alcaldías del país, sólo 27 son administradas por alcaldesas. En 13
ministerios que componen el gabinete de gobierno, solamente hay tres
ministras: en Trabajo, Salud y Medio Ambiente. De los 84 curules en la
Asamblea Legislativa, 27 (32%) están en manos de mujeres.
SUPERAR VIEJOS ESQUEMAS
Son pocas las instituciones del Estado que han aplicado la Ley de
Igualdad, Equidad y Erradicación de la Discriminación contra las Mujeres
en su totalidad. En la práctica, aún no se ha logrado que esta Ley sea
vinculante. Aun así, su existencia es un paso importante en la
modificación de una cosmovisión que legitima el sistema capitalista y
patriarcal.
RECONOCER EL TRABAJO REPRODUCTIVO Y LAS TRABAJADORAS DOMÉSTICAS
Con la introducción de la política de “corresponsabilidad” en la Ley de
Igualdad nació el compromiso de reconocer el trabajo doméstico no
remunerado.
La situación de las 116 mil trabajadoras domésticas que hay en el país
no es mucho mejor que la de las amas de casa. El Código de Trabajo
establece un régimen especial que despoja a las trabajadoras domésticas
de ciertos derechos laborales como el horario de ocho horas y el derecho
a un contrato por escrito que especifique las condiciones laborales. No
les reconoce el derecho a los días de asueto y establece tres causales
especiales para el despido sin responsabilidad patronal: tener una
enfermedad infecto-contagioso, tener “vicios o malos hábitos” y cometer
actos graves de infidelidad o insubordinación contra el patrón o su
familia.
Aún se espera que El Salvador ratifique el Convenio 189 de la OIT como
marco jurídico para los derechos de las trabajadoras domésticas y la
protección efectiva contra su abuso y acoso. Además de las
organizaciones de mujeres que revindican su ratificación y la
modificación del Código de Trabajo, será trabajo de los tres sindicatos
de trabajadoras domésticas en formación luchar por la igualdad de
derechos laborales.
TIERRAS Y CRÉDITOS PARA LAS MUJERES
Para la promoción de la autonomía económica de las mujeres son
esenciales la entrega de tierras y créditos, de capacitación y empleo.
Según datos de la Dirección General de Estadísticas y Censos, en 2009 el
82% de los propietarios de todas las tierras del país con vocación
agrícola eran hombres. Sólo el 18% era propiedad de mujeres. Entre
2009-2015, el Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria (ISTA) ha
otorgado 14,070 títulos de propiedad a mujeres rurales y el 65% de los
lotes para vivienda fueron entregados a mujeres jefas de hogar. En
2009-2013 las mujeres accedieron a más créditos que los hombres. Los
créditos otorgados por Ciudad Mujer han sido claves para este avance.
Particular mención merecen los créditos específicos para víctimas de la
violencia y para mujeres con cáncer que no son sujetas de crédito en la
banca privada por su enfermedad. A pesar de esto persiste una brecha en
relación a los montos otorgados, pues en promedio los de los hombres son
superiores en un 30% y en algunos casos superan el 50% en comparación a
los de las mujeres.
EL PROGRAMA BANCA MUJER
A finales de 2014, el Presidente Salvador Sánchez Cerén presentó el
programa Banca Mujer, que facilita líneas de crédito y de garantías,
además de asistencia técnica a las mujeres emprendedoras. En ocho meses
se otorgaron 103 créditos a mujeres por un monto de 971,673 dólares
destinados a diversos rubros. El talón de Aquiles de la Banca ha sido
“el predomino de la cultura financiera de la banca privada. Los
requisitos que piden y la falta de atención a la realidad específica de
las mujeres son los mismos que los de la banca tradicional. Las reglas
no han cambiado, siguen siendo muy masculinas. Seguramente tendrán que
ir cambiando con la Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación de la
Discriminación contra las Mujeres”.
EL DERECHO A DECIDIR
El nudo gordiano en el cumplimiento de los derechos de salud sexual y reproductiva sigue siendo la penalización del aborto.
MISOGINIA EN EL SISTEMA EDUCATIVO
Aunque ha intentado incorporar cambios en sus planes de estudio y
materiales educativos a fin de promover la enseñanza no sexista en el
sistema educativo, aún falta mucho por avanzar. El borrador de un texto
oficial sobre salud sexual y reproductiva, redactada bajo el primer
gobierno del FMLN, perpetuaba aún mitos relacionados a las diferencias
“por naturaleza, llegando a plantear “científicamente” que el cerebro
femenino es levemente más grande y dispone a las mujeres a ser más
“emocionales”, mientras que el cerebro masculino le dispone a tener
mayores impulsos sexuales, ignorando por completo los procesos de
socialización. Felizmente, el documento fue modificado y este
planteamiento quedó fuera a la hora de su publicación.
TENEMOS QUE CAMBIAR
Los cambios institucionales de los últimos seis años pueden parecer
pequeños, pero son monumentales para una sociedad caracterizada a lo
largo de su historia post-Conquista por sus rasgos autoritarios,
militaristas, represivos y machistas. En el Día Internacional de la
Mujer de 2015, el Presidente Sánchez Cerén dijo: “Tenemos que
transformar nuestro pensamiento y nuestra cultura machista, tenemos que
cambiar y respetar los derechos de las mujeres, tenemos que hacer ese
cambio en la humanidad”.
Es necesario revestirse, al mismo tiempo, de paciencia y de impaciencia, para celebrar los avances y encarar los desafíos.
(*Educadora popular. Este trabajo fue
publicado en la Revista Envío de Nicaragua. Aquí reproducimos extractos
con permiso de la autora).