Francisco fue sistemáticamente invitado para venir a
México antes de junio de 2015, la fecha no era casual. Ese mes tuvieron
lugar las elecciones intermedias donde se renovó la mitad de los
diputados, se elegían gobernadores, diputados estatales y alcaldes en
varios estados. No podía descartarse la intención del sistema político
de utilizar la imagen del Papa en las campañas. Cuestión que
evidentemente trató de evitar.
Por
otra parte, México es el segundo país en católicos del mundo y había
estado en Brasil, Estados Unidos y Filipinas que son el primero, tercero
y cuarto en número de católicos. De alguna manera necesitaba este
contacto directo por razones estratégicas. El Papa Francisco se propone
la renovación de la Iglesia católica y necesitaba confrontarse con los
obispos que obstaculizan su propuesta, apelando directamente a los
feligreses y cuadros medios de la Iglesia, sin descartar obispos que
eventualmente lo respaldan. Para ello necesitaba estar directamente en
el terreno y mostrar su capacidad de convocatoria.
El
Papa tiene la peculiaridad de ser Jefe de Estado a la vez que líder
religioso. Por ello requiere un tipo de negociación compleja con el
Estado anfitrión y con el Episcopado local, donde debe priorizar sus
objetivos y definir cuestiones no esenciales, y por tanto negociables,
en función de sus estrategias y objetivos. Esto se vería más adelante en
el recuento de las “ausencias” y las presencias. También debe mantener
un perfil de líder religioso y emplear un lenguaje acorde con su
carácter, aunque no se no escapa que lo que diga incidirá directamente
en el campo político religioso.
Sería
imposible en un artículo periodístico hacer un recuento pormenorizado
de la Visita pero señalará algunas cuestiones estratégicas.
Llegó
a la masa de feligreses, vinculados a la Iglesia y desautorizó el
conjunto de mercenarios de la fe, que son un sector significativo de los
obispos. Planteo los problemas centrales y rescató a grandes sectores
de los católicos practicantes, además de acercar sectores que se habían
alejado de la Iglesia como resultado de estos personajes nefastos. Ganó a
grandes sectores del mundo urbano popular (Trabajadores, empleados,
amas de casa e incluso estudiantes y jóvenes, estos últimos en menor
grado) y a sectores significativos de los empresarios, aislando al
Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, los grupos económicos más
poderosos, muchos que están vinculados a la minería y otras empresas
tóxicas y a quienes la Laudato Si les cae como “patada en hígado”.
Sin
embargo incorporó al proyecto al Consejo Coordinador Empresarial, el
organismo cúpula y el poderoso Grupo Monterrey, el sector más dinámico
de la economía que había sido cooptado por la Teología de la Prosperidad
y ahora se planteó la Doctrina Social de la Iglesia.
Por
otra parte el mensaje lo entendieron los feligreses, en distintos modos
y niveles culturales y sociales. Lo de Chiapas donde reivindicó la
Teología India y al Obispo Samuel Ruiz, todavía no lo asimilan los
sectores racistas y discriminadores, que son bastantes entre sectores de
la Jerarquía.
Hubo una
estrategia de sabotaje sistémico en sectores de la Iglesia que
influyeron en ciertos medios para boycotear todo lo que se podía la
Visita. Considero que no pudieron, aunque hicieron bastante daño.
Consiguieron
instalar en los medios un discurso centrado más en lo que no dijo, que
en lo que dijo. Pero ese discurso no se instaló en los feligreses ni en
sectores más inteligentes de la sociedad.
La
primera Visita Pastoral de Francisco logró sus objetivos, sacudir la
conciencia de los mexicanos, que habrá más allá de la Visita, es
responsabilidad de la sociedad en su conjunto.
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