jueves, 10 de marzo de 2016

MASACRE EN OPICO - No más muertes. Desinformar, aterrorizar, desestabilizar

El macabro crimen masivo de 11 trabajadores en San Juan Opico, ocurrido recientemente, recordó en muchos que vivieron de manera directa o indirecta el conflicto armado de los años 70 y 80 del siglo pasado, otros hechos de similar brutalidad. En aquellos días, el objetivo último de los autores de esas acciones era aterrorizar a la población, debilitar su moral de resistencia y paralizar su accionar.

Invariablemente los escuadrones de la muerte, conducidos por los cuerpos de seguridad de la época, eran los responsables de esos crímenes. Esas acciones mostraban, por otra parte, formas operativas características de aquellos grupos de extrema derecha. Sus patrones, sus financistas eran, en todo caso, prominentes hijos de la oligarquía y, en buena parte, respondían también a líneas de acción diseñadas desde Washington.

Los hechos producidos en Opico nos retrotraen a esos días. Su analogía no parece casual. El ataque brutal contra trabajadores que, además, estaban cumpliendo con una labor de evidente utilidad social, montando infraestructura para llevar electricidad a comunidades que no cuentan con ese servicio básico, representa un ataque en varias direcciones.

Más allá de la intencionalidad manifiesta de aterrorizar a la población, parece claro que los grupos criminales, o mejor dicho quienes los impulsan y promueven, buscaban otras finalidades añadidas, como por ejemplo, tratar de demostrar su control territorial e ir consolidándolo como su fuese poder local, a fuerza de impedir por el terror el acceso de cualquier servicio gubernamental a la comunidad, en una zona delimitada. Precisamente fue en esa zona donde hace pocos días asesinaron en su casa a un matrimonio mayor que desde hacía muchos años era promotor de salud en la zona.

Al mismo tiempo, fue asesinada una empleada de la alcaldía de Ciudad Delgado, Aida Pineda, defensora y promotora local de los derechos de las mujeres; a lo cual se suman varias otras acciones similares contra personal territorial de instituciones de gobierno, e incluso varios miembros del partido FMLN.

Si a lo anterior sumamos las varias instancias en que, en los últimos tiempos, criminales con una reputación espeluznante, aparecen en puestos laborales de alcaldías gobernadas por ARENA y que hasta varios alcaldes y concejales de ese partido se han visto involucrados en casos de asociación criminal con pandillas de delincuentes, no cuesta demasiado asociar el accionar de esas bandas al pensamiento, línea e intencionalidad política desestabilizadora. Y si a esto sumamos que en los medios a diario bombardean nuestras mentes y corazones, con noticias que solo producen angustia, impotencia promoviendo la sensación en la población de que “hay que hacer algo”? … Lo que lleva a la inmediata conclusión de que ” el gobierno no está haciendo nada”.

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