Walter Raudales
Stefan
Zweig, su biógrafo, dijo que Joseph Fouché fue el “Más excepcional de
los hombres políticos” y el gran novelista francés Honoré de Balzac
dijo que Fouché era un “Genio singular, la cabeza más brillante que he
conocido”. Ambos conceptos me motivaron a buscar este libro, que
finalmente encontré. Otros expertos expresan que Fouché ha sido una
interesante figura para aquellos que quieren conocer la historia de
Europa en su paso a la edad contemporánea, así como para los estudiosos
de la sociología, los analistas del pensamiento y la acción política y
por supuesto para todos los interesados en la psicología y los abismos
del alma humana”.
Con semejante presentación Joseph Fouché resulta un personaje más que interesante, sobre todo cuando este libro son sus propias memorias.
Joseph Fouché, de nacionalidad francesa, vivió entre 1759 y 1820. Fue reconocido como el “Inventor del espionaje moderno, con una mente ingeniosa extraordinariamente dotada para la intriga y un verdadero maestro en la estrategia de adaptación al cambio”.
Veamos paso a paso su vida: Nació en una familia humilde en el interior de Francia. Su educación la recibió en un seminario como religioso. Fue profesor de física, lógica y matemáticas. Elegido diputado de una opción política burguesa y moderada. Al estallar la revolución francesa se transfiere al partido de los Girondinos (el partido del clero y la burguesía) al que pertenecía la mayoría y le llamaban “la derecha” porque se sentaban justo en ese lado del salón de la Asamblea. En 1793, en plena revolución durante una votación para decidir el futuro de Luis XVI (Rey de Francia), Fouché traiciona a los Girondinos (derecha) y se suma a la nueva mayoría, el partido Jacobino, cuyos miembros se sentaban a la izquierda del pleno. Este cambio de voto (calificado como traición para algunos) llevó a la guillotina al Rey.
Dentro del partido Jacobino, Fouché se volvió tan radical que le hizo competencia a Robespierre en la presidencia del partido. Maximilien Robespierre fue uno de los políticos más destacados de la Revolución Francesa de 1789. Líder de los Jacobinos consiguió alzarse con el poder en Francia. En esa época se estableció la guillotina; al final (por las intrigas de Fouché) el mismo Robespierre murió decapitado por la misma.
Después de ajusticiado Luis XVI, el estado francés fue conducido por un Directorio ante el que Fouché cayó en desgracia, pero al cabo de un tiempo recuperó la confianza y le nombraron diplomático, luego ministro de Policía. Es aquí donde actúa con magia su talento y por cerca de 20 años mantuvo su posición en cinco formas de gobierno distintas.
¿Cómo logró ser funcionario del Directorio de la Revolución, luego del consulado y del imperio de Napoleón y cuando cae éste seguir siéndolo en la Monarquía restaurada de Luis XVIII, también en la corta restauración de Napoleón (que regresó 100 días), sobrevivir al segundo Directorio y al caer la monarquía continuar con la República? Al final termina sus días tranquilamente alejado de París donde se cree escribió estas memorias.
Estudiosos de este singular personaje sostienen que su “éxito” se debió, además de su talento natural, a que como Director de Policía, Fouché tejió por toda Francia una red de agentes que trabajaban para él, teniendo así todo bien controlado. Incluso, se ha llegado a afirmar que trabajaba para él y su red como informante la propia Josefina (primera esposa de Napoleón) y que no había conversación de interés entre tres o más personas en la Francia de entonces, que no llegara a sus oídos a través de su red de informantes a sueldo. Ese cúmulo de información bien manejada y su talento le convirtieron en un personaje imprescindible para cualquier político. Hablan de su “meritoria capacidad de supervivencia”.
A su muerte se creó una historia negativa alrededor de su nombre de tal forma que ahora el apellido Fouché está asociado a la traición, así como Otelo a los celos, Hamlet a la duda y Hércules a la fuerza. La mala reputación ha perdurado por siglos y le consideran el “Maquiavelo perfecto”. En resumen, se le conoce como: “El astuto superviviente a toda forma política de ejercer el poder”.
Entre algunas frases de Fouché extraídas de sus memorias encontramos: “He manejado el timón en tiempos de violencia y tormenta”. “Los imperios no están exentos de esa ley común de muerte y descomposición”. “No ha habido Estado terrenal cuya duración histórica haya sobrepasado cierto número de siglos”. “La época histórica es fuerte por sí misma; arrastra a los hombres, a los partidos y a los gobiernos”. “En medio de esta descomposición de las clases superiores, la nación crecía y maduraba (…) Pero la corrupción y la avaricia de los grandes, las faltas de la magistratura y de la corte, los errores de Ministerio, abrieron un abismo infranqueable”. “Todo fue llevado hasta el extremo. No hubo más móvil que el de la multitud”. “Estábamos en plena revolución, sin timón ni timonel, dominados por una asamblea única, especie de dictadura monstruosa, engendrada por la subversión y que ofrecía la doble imagen de la anarquía de Atenas y del despotismo otomano”.
Este libro de memorias es un interesante tratado sobre los abismos de la condición humana y de cómo las miserias humanas pueden ser llevadas como virtud en medio de la lucha por poder.
¿Recomendable su lectura? Sí, por supuesto, sin duda alguna.
Con semejante presentación Joseph Fouché resulta un personaje más que interesante, sobre todo cuando este libro son sus propias memorias.
Joseph Fouché, de nacionalidad francesa, vivió entre 1759 y 1820. Fue reconocido como el “Inventor del espionaje moderno, con una mente ingeniosa extraordinariamente dotada para la intriga y un verdadero maestro en la estrategia de adaptación al cambio”.
Veamos paso a paso su vida: Nació en una familia humilde en el interior de Francia. Su educación la recibió en un seminario como religioso. Fue profesor de física, lógica y matemáticas. Elegido diputado de una opción política burguesa y moderada. Al estallar la revolución francesa se transfiere al partido de los Girondinos (el partido del clero y la burguesía) al que pertenecía la mayoría y le llamaban “la derecha” porque se sentaban justo en ese lado del salón de la Asamblea. En 1793, en plena revolución durante una votación para decidir el futuro de Luis XVI (Rey de Francia), Fouché traiciona a los Girondinos (derecha) y se suma a la nueva mayoría, el partido Jacobino, cuyos miembros se sentaban a la izquierda del pleno. Este cambio de voto (calificado como traición para algunos) llevó a la guillotina al Rey.
Dentro del partido Jacobino, Fouché se volvió tan radical que le hizo competencia a Robespierre en la presidencia del partido. Maximilien Robespierre fue uno de los políticos más destacados de la Revolución Francesa de 1789. Líder de los Jacobinos consiguió alzarse con el poder en Francia. En esa época se estableció la guillotina; al final (por las intrigas de Fouché) el mismo Robespierre murió decapitado por la misma.
Después de ajusticiado Luis XVI, el estado francés fue conducido por un Directorio ante el que Fouché cayó en desgracia, pero al cabo de un tiempo recuperó la confianza y le nombraron diplomático, luego ministro de Policía. Es aquí donde actúa con magia su talento y por cerca de 20 años mantuvo su posición en cinco formas de gobierno distintas.
¿Cómo logró ser funcionario del Directorio de la Revolución, luego del consulado y del imperio de Napoleón y cuando cae éste seguir siéndolo en la Monarquía restaurada de Luis XVIII, también en la corta restauración de Napoleón (que regresó 100 días), sobrevivir al segundo Directorio y al caer la monarquía continuar con la República? Al final termina sus días tranquilamente alejado de París donde se cree escribió estas memorias.
Estudiosos de este singular personaje sostienen que su “éxito” se debió, además de su talento natural, a que como Director de Policía, Fouché tejió por toda Francia una red de agentes que trabajaban para él, teniendo así todo bien controlado. Incluso, se ha llegado a afirmar que trabajaba para él y su red como informante la propia Josefina (primera esposa de Napoleón) y que no había conversación de interés entre tres o más personas en la Francia de entonces, que no llegara a sus oídos a través de su red de informantes a sueldo. Ese cúmulo de información bien manejada y su talento le convirtieron en un personaje imprescindible para cualquier político. Hablan de su “meritoria capacidad de supervivencia”.
A su muerte se creó una historia negativa alrededor de su nombre de tal forma que ahora el apellido Fouché está asociado a la traición, así como Otelo a los celos, Hamlet a la duda y Hércules a la fuerza. La mala reputación ha perdurado por siglos y le consideran el “Maquiavelo perfecto”. En resumen, se le conoce como: “El astuto superviviente a toda forma política de ejercer el poder”.
Entre algunas frases de Fouché extraídas de sus memorias encontramos: “He manejado el timón en tiempos de violencia y tormenta”. “Los imperios no están exentos de esa ley común de muerte y descomposición”. “No ha habido Estado terrenal cuya duración histórica haya sobrepasado cierto número de siglos”. “La época histórica es fuerte por sí misma; arrastra a los hombres, a los partidos y a los gobiernos”. “En medio de esta descomposición de las clases superiores, la nación crecía y maduraba (…) Pero la corrupción y la avaricia de los grandes, las faltas de la magistratura y de la corte, los errores de Ministerio, abrieron un abismo infranqueable”. “Todo fue llevado hasta el extremo. No hubo más móvil que el de la multitud”. “Estábamos en plena revolución, sin timón ni timonel, dominados por una asamblea única, especie de dictadura monstruosa, engendrada por la subversión y que ofrecía la doble imagen de la anarquía de Atenas y del despotismo otomano”.
Este libro de memorias es un interesante tratado sobre los abismos de la condición humana y de cómo las miserias humanas pueden ser llevadas como virtud en medio de la lucha por poder.
¿Recomendable su lectura? Sí, por supuesto, sin duda alguna.
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